martes, 31 de mayo de 2011

Rumba, ruido y cigarro


Hoy 31 de mayo,  fecha en que se celebra el Día Mundial de no Fumar, entra en vigencia la prohibición de hacerlo en espacios cerrados, sean públicos o privados.  No se trata de la recomendación  que siempre veíamos  en algunos lugares, ahora es norma que si no se cumple acarrea sanciones. De acuerdo con el Ministerio de Salud,  se fomentan así hábitos saludables en la población, y  además, se sanean los  ambientes para garantizar una salud integral. Personalmente veo con buenos ojos que se tomen estas acciones para liberar los espacios cerrados del humo del cigarrillo,  pero el rigor del Estado no puede estar dirigido solo a eso, porque si de salud integral vamos a hablar, tenemos que destacar que, está demostrado que el ruido, al igual que otros agentes contaminantes, también impacta negativamente en la salud y la calidad de vida de los ciudadanos.
 Dice Javier Marías en su artículo del domingo pasado que, en España, mientras se afianza la dictadura sanitaria contra todo lo que provoca placer, las autoridades españolas están más atentas del humo del cigarro, que del mal que hace el ruido, que no solo les es indiferente, sino que lo fomentan y le brindan todas las facilidades. Y añade que, la prohibición de fumar en el interior de los locales comerciales, ha traído un aumento brutal de “rumbas” en las calles provocando el  insomnio de los vecinos sin que ese empeoramiento en la salud  y los nervios de los ciudadanos les importe en lo más mínimo.
 El diario El Nacional en su edición del domingo pasado  titula lo siguiente “La rumba será sin humo” me pregunto ¿será sin humo la rumba? o pasará lo mismo que en España, que se trasladó a las calles o plazas públicas, amenazando seriamente la poca tranquilidad que le queda al hombre de hoy. Esto es preocupante, porque en Venezuela los escandalosos actúan impunemente. Aquí los amantes del silencio –que también tienen derechos- están permanentemente amenazados, por la presencia de la dictadura del ruido: no hay la playa, parque o montaña,  donde no esté latente el saboteo del ambiente tranquilo;  es muy difícil encontrar territorios liberados de rumbas escandalosas; inclusive, pareciera que algunas celebraciones religiosas consideran que los sermones a todo volumen llegan con mayor claridad al corazón de los fieles. Vivimos en una sociedad que no ha tomado conciencia del problema del ruido, y la prueba de esto es que, el 27 de abril cuando se conmemora El Día Internacional contra el Ruido,  casi nadie se ocupa del sentido y la  importancia de la fecha.
Para concluir, debo reconocer que no soy amigo ni de la rumba, ni del ruido, ni del cigarro, pero no pretendo imponerle a nadie mi forma de pensar; respeto el libre ejercicio de los derechos ajenos,  siempre que no lesionen los míos. Deseo que la campaña que hoy se inicia alcance sus objetivos, pero no creo en el éxito absoluto de las prohibiciones. Lo importante es enseñar al ciudadano a comportarse en forma sensata y moderada: a no fumar por el bien de su salud,  y si lo hace que no se exceda ni perjudique a quienes no son fumadores.  Y de la misma manera, que aprenda distinguir entre disfrutar de una melodía  o tener que soportar el ruido.  Ojala que en un futuro cercano tengamos muchos ambientes 100% libres de humo y de ruido. Jblanco@ucab.edu.ve

martes, 24 de mayo de 2011

Hombres de partido

 A veces las circunstancias nos obligan a citar repetidamente a quienes con mucha claridad han denunciado los males de la sociedad. Por eso, cito otra vez  a José Ortega y Gasset, filósofo y ensayista español, que fue uno de los más duros críticos de lo que se conoce como “El hombre masa”: un ser gregario, que renuncia  a una  vida autónoma, adhiriéndose gozosamente a lo que piensan, o hacen los demás. En esa línea del pensamiento, reprocha duramente a los llamados,  hombres de partido, aquellos que sin mayor razón o reflexión,  se convierten en “partidistas” por comodidad o interés. La radicalidad de Ortega y Gasset en este sentido le lleva a afirmar que: “Por lo pronto no son nunca los que pensaron originalmente la idea en torno a la cual se formó el partido y que provocó la melée.  No son, pues, gentes que hayan por sí mismas, pensado nunca en nada. Se han encontrado con un partido hecho que pasaba por delante de ellos y lo han tomado como se toma un autobús. Lo han tomado a fin de no caminar con la fatiga de sus propias piernas. Lo han tomado para descansar de sí mismas. Porque hay gente cansada de sí misma desde que nace”
En la actualidad política venezolana, las razones por las cuales una persona se  convierte en “partidista” van más allá de la pereza intelectual que se denuncia en el párrafo anterior. Sin pretender hacer  un examen exhaustivo, creo que las razones que lleva a inscribirse en un partido, o sumarse a un movimiento político, son las siguientes:
(i) Razones altruistas, que motivan a inscribirse en un partido político para trabajar por los demás y prestar un servicio público al país y sus conciudadanos. Lamentablemente creo que no son la mayoría
(ii) Razones ideológicas, que agrupan a  los hombres  que comparte ideales  o tiene una afinidad o relación de pensamiento.
(iii) Razones emocionales (los sentimientos). Aquí hay que hacer una subdivisión: por una parte están  los que se adhieren a un partido porque creen que allí los consideran o toman  en cuenta; se acercan  a quienes los aman. Pero en este mismo grupo y en sentido contrario están los que se suman a los enemigos de sus enemigos; no es el cariño, sino  el odio o el resentimiento lo que los mueve.
(iv) Intereses personales que solo buscan: cargos públicos, empleo, conservar o mejorar  las condiciones de trabajo, pensiones, viviendas, becas etc.,
(v) Los negocios políticos: la política siempre ha sido –para algunos- la oportunidad de hacer riqueza fácil bajo el amparo del poder.
 En numerosos programas de opinión, he oído decir que,  Venezuela está dividida políticamente  en tres pedazos: los que siguen a Chávez, los que están con la oposición y los  que no se quieren meter en la política. Creo que es una manera muy sencilla de interpretar la realidad, porque las verdaderas  razones de la participación política en nuestro país, se ubican desde la pereza intelectual del “hombre de partido” de Ortega, hasta la sustitución de las “conciencias políticas” por los “bolsillos interesados” de Krauze.   Esto es terrible para la salud política de una sociedad.  Y la única solución, es la formación de personas  con mentes autónomas, que tengan la capacidad de distinguir  entre un verdadero ciudadano, que nunca renuncia a pensar por sí mismo, y un “hombre de partido”, es decir, el miembro de una masa que está al servicio de otros que la manejan a su antojo. jblanco@ucab.edu.ve

martes, 17 de mayo de 2011

Dictamen sobre la amistad en nuestro tiempo

A  veces “hacer cola” tiene su lado positivo, porque nos permite compartir o escuchar las anécdotas que sobre lo divino o lo humano cuentan los conciudadanos.  Estando en  el supermercado,  en la cola de la charcutería, escuché una amena conversación entre dos amigas:
-Manita cómo te encuentras,
-Aquí vamos “llevandola”; 
-Mira, y qué es de la vida de Pedro;
 -Tengo tiempo que no lo veo;
 -¿Cómo va a ser? si antes no salía de tu casa
 -Sí, pero ahora le va ¡buenísimo!

Qué ironía; esto hacer recordar a Eurípides,  que decía: “A quien Dios les da bienes, no necesita amigos”. Dura sentencia, que cobrar vigor en este tiempo, en que el valor de la amistad parece que es algo relativo, de acuerdo al interés que pueda tener la relación  con “el pana”

 En efecto, la amistad, el hermoso sentimiento  elogiado por Aristóteles, Cicerón, Séneca o San Pablo, y que indiscutiblemente  ha sido motivo de alegría para la vida del hombre,  ha entrado en crisis. Hoy,  está siendo sustituido por una  concepción pragmática del afecto, que solo ve en los amigos la utilidad  material que pueden producir; más que amistad lo que se busca es el favor de las relaciones. Un ejemplo de esta  idea de la “rentabilidad de la amistad” se manifiesta claramente en algunos libros o cursos de auto ayuda, que instruyen sobre “Como hacer amigos para tener éxito en los negocios” Así las cosas, la amistad en este tiempo está permanentemente amenazada por: el interés económico, la pasión política, el individualismo posesivo, e inclusive por el fanatismo deportivo. La fraseología popular, salpicada de cierto humor, se ha encargado  de dibujar esta manera de ver los sentimientos “Si bien me quieres, bien te quiero, pero no me toques el dinero”

 En la vida social del hombre actual,  muchas veces se confunde  lo que se llama, “alternar o socializar”, con lo que significa realmente la amistad, que no es otra cosa  que el  cariño incondicional  hacia una persona. Si queremos  ver un ejemplo de la verdadera amistad, busquemos en la Biblia la historia de  Noemí y  su nuera Rut. Cuando Noemí, envejecida y asediada por la desgracia, le dice a Rut que se vaya a buscar una mejor vida con su familia, ésta le replica: “No me obligues a dejarte yéndome lejos de ti, pues donde tú vayas iré yo; donde tú vivas, viviré yo; tu pueblo será mi pueblo y tu Dios será mi Dios; donde tú mueras allí quiero morir y ser enterrada yo; Que el señor me castigue como es debido si no es la muerte la que nos separe.” ¡Qué diferencia con las amistades de hoy!

 En conclusión ¿Cómo valorar la amistad  en nuestro tiempo? Pareciera que es más frágil que las hojas secas que fácilmente son arrastradas por el viento. El lamento de la señora del Supermercado que se siente olvidada por el amigo afortunado se repite constantemente, al igual que el de otras personas,  dolidas por el maltrato que reciben de quienes  creían que eran  sus amigos. Muchos le echan la culpa al materialismo  imperante   en el mundo actual, e inclusive a las crisis económicas. Aunque  pueda parecer ingenuo lo que voy a decir, creo que lo que está en crisis son las relaciones  entre los conocidos y no las verdaderas amistades. Porque  como  dice San Pablo en su carta a los Corintios, la amistad (la verdadera) “Perdura a pesar de todo, lo cree todo, lo espera todo y lo soporta todo” jblanco@ucab.edu.ve 


martes, 10 de mayo de 2011

La desaparición de la cultura humanistica

 Entre los lamentos sociales que escuchamos a diario, tal vez el más repetido se refiere a que el mundo es cada día es más inhumano. Sin pretender  exagerar esa manida  visión apocalíptica del progreso,  considero  que no corren buenos tiempos para los valores de lo humano ¿Por qué ocurre esto?  Una de las razones más importantes es que el hombre se ha olvidado de la siembra permanente de la cultura humanística.
 Fernando Savater,  en su libro El Valor de educar,  denuncia la desaparición paulatina de las materias humanísticas en el bachillerato. Pero el problema no es solo la disminución de materias, lo grave  es que está desapareciendo ese tipo de enseñanza. Es difícil  encontrar planteles que tengan como opción de estudio el bachillerato en humanidades, y en los pocos que existe, no creo que dure mucho tiempo. En las universidades, las materias humanistas son vistas como algo complementario, que no es necesario para la formación del profesional de este tiempo. Pareciera que,  como decía Miguel Delibes “Las humanidades sufre cada día una nueva humillación”
Hoy se habla mucho de humanismo. Cada día se crean más asociaciones dedicadas a la promoción y defensas de los derechos humanos y abundan las campañas de sensibilización sobre el valor de la dignidad del hombre; pero  paradójicamente,  la cultura humanista está desapareciendo de la vida cotidiana. José Ramón Ayllón en su libro Luces en la Caverna  sostiene que la educación humanística necesita condiciones favorables, “que no se dan en sociedades donde lo que prima es el dinero, el poder y el control informativo. Porque está claro que no se educa a las generaciones  jóvenes si se les enseña a pensar en forma descaradamente interesada o politizada, a valorar sobre todo el éxito individual, a desconfiar de valores que les comprometan a servir a los demás”
Una manifestación palpable  del valor que se le da a la formación humanista en la actualidad, la presencié hace años en la universidad, cuando en una reforma de pensum  se propuso cambiar Historia y Filosofía por Informática e Inglés, que  juicio de los proponentes  son materias de mayor utilidad para los nuevos tiempos; menos mal que la propuesta  fue rechazada.  No se trata de ignorar el valor que tiene  cualquier tipo de conocimiento,  sobre todo cuando se habla de formación integral. Pero es muy importante saber para qué sirve cada cosa. En este sentido, es bueno citar de nuevo a  José Ramón Ayllón:  “El conocimiento de la literatura, la filosofía y de la historia nos ayuda a distinguir  lo pasajero de lo permanente, lo esencial de lo accidental, lo humano de lo inhumano, el bien del mal… no hay soluciones automáticas  o puramente técnicas para los problemas del hombre”
Creo que la cita anterior no tiene desperdicio, hemos abandonado  las humanidades y perdemos la capacidad de distinguir lo bueno de lo malo, lo humano de lo inhumano. Por eso permanecemos indiferentes mientras que a nuestro alrededor se está produciendo un violento deterioro de la vida humana. ¿Cómo podemos resolver este problema? Hay que empezar por aceptar  que, no puede haber  humanidad sin humanidades como dice Savater;  por otro lado, hay que rescatar el valor de la enseñanza humanística, que ayuda comprender la realidad social, trasmite los principios fundamentales de lo humano, sensibiliza sobre la necesidad del  otro y da sentido a la vida. A mi manera de ver las cosas,  ésta es la verdadera educación: la que no se limita trasmitir información técnica,  sino que ayuda  a formar al hombre  para que se especialice en el arte de vivir humanamente con sus semejantes.  jblanco@ucab.edu.ve



martes, 3 de mayo de 2011

Sociología del fútbol



 El pasado miércoles en horas de la tarde se vivía un ambiente extraño en la ciudad: a la hora del tráfico por el desplazamiento de la gente que se dirige al trabajo, parecía más bien un domingo; el cajero de la farmacia casi no atendía porque estaba pendiente del televisor; en el estacionamiento de la Universidad sobraban los puestos; en las clases o reuniones abundaban los rostros serios que miraban de reojo el celular y extrañamente, persona puntuales y responsables no acudieron a sus labores habituales. ¿Qué pasaba? Que el Real Madrid y el Barcelona jugaban la primera semifinal de la UEFA Champions League. Una profesora molesta por lo narrado dijo: “¿Cómo es posible que  la ciudad esté casi paralizada  por un juego de dos equipos que ni siquiera son venezolanos? Le contestó un estudiante: “Profe, usted no entiende, eso es mucho más que un juego”
Tiene razón el estudiante, el espectáculo deportivo es algo de tal magnitud, que inclusive ha llamado  la atención a ilustres pensadores. Juan Nuño, en su ensayo La teoría de los juegos hace toda una reflexión sobre lo que a su juicio es el significado real de los juegos:
(i)El juego es una falsedad: no hay juego sin público. El verdadero público en realidad jamás  va a ver jugar, sino que va a ver ganar a su equipo y, en ocasiones, ni siquiera eso: va a ver perder al otro equipo.
(ii) En el juego se pierde la identidad: El participante sufre una trasmutación de su personalidad tan pronto ingresa al lugar sagrado de la ceremonia deportiva. Se despoja de su alma individual (abogado, médico, obrero etc.) para adquirir la identidad común del fanático, miembro de una ceremonia especial, que se manifiesta en un comportamiento masificado.
(iii) La emoción angustiosa del fútbol: El partido de fútbol es más angustioso y dramático que cualquier otro juego, porque el tiempo corre paralelo a la  existencia humana, (no se detiene); cada vez que un acto se mide con el tiempo real, se hace presente la fatalidad. La angustia por el fin del partido y el resultado es algo que se mantiene intensamente durante todo el juego.
Por otro lado el escritor catalán Manuel Vásquez Montalbán, quien fue un barcelonista  furibundo, decía que “el fútbol es una nueva religión laica organizada para beneficio de las multinacionales y las televisiones. Ni siquiera Ronaldo es un jugador de fútbol real sino un diseño de la FIFA y de las multinacionales de prendas deportivas. Los dirigentes los fichan para satisfacer el afán consumista de las masas”
Javier Marías, madridista confeso, dice que, en la rivalidad  entre el Madrid  y Barcelona lo que hay en el fondo es un  sentimiento de  necesidad recíproca: ¿qué sería  de uno si no existiera  el otro?  Qué sería del Barcelona limitándose a jugar una liga catalana, o de un Madrid limitado a encuentros locales de su provincia: nada. Lo importantes son las angustia ante el ataque del odiado adversario o las satisfacciones ante la conquista del favorito. Por eso, para que continúen las  emociones: “Larga vida  al Barca”
Esto es solo una pequeña muestra de la sociología del fútbol. Debemos reconocer es que es un fenómeno que impacta fuertemente la conducta humana y que muchas veces se nos escapa de las manos. No se trata de un simple juego. Parafraseando al citado Juan Nuño: Todo juego es más que un juego; es una imitación del otro juego que nos toca jugar sin apelación: la vida. Solo que este, el de verdad, es trágico por lo que observaba Beckett: “No hay juego de vuelta entre el hombre y su destino” Así de trágico, así de cierto, pero de todas formas, esta tarde es el partido de vuelta entre Barcelona y  Real Madrid. Jblanco @ucab.edu .ve