En días pasados, Ramón Guillermo Aveledo, secretario
ejecutivo de la Mesa de la Unidad Democrática, propuso la promulgación de una Ley para la Transición,
destinada a regular los pasos a seguir en un eventual cambio de
gobierno; Nicolás Maduro le respondió diciendo que, la propuesta causa risa
porque aquí no va a haber ninguna transición, ya que el triunfo del presidente Chávez en las elecciones del 2012 está asegurado. En relación con este
tema, el pasado jueves, en el programa de Globovisión, Aló ciudadano, el economista y analista político
Carlos Blanco afirmó que, la transición ya ha comenzado, porque la está
impulsando la gente en la calle, que protesta insistentemente por el fracaso de
la gestión de gobierno.
Es importante establecer la diferencia entre
lo que significa un cambio de gobierno y un cambio de sociedad: el gobierno
puede cambiar si llegan al poder otros actores políticos, pero esto no garantiza que las cosas cambien, ni que la actitud de la gente sea distinta.
Sin darle validez absoluta a las afirmaciones de Carlos Blanco, hay que
reconocer que la actitud de los
ciudadanos está cambiando; y esto, poco
a poco, está produciendo una trasformación social. Apelando a una frase hecha
que se repite constantemente, puedo decir que, Venezuela se caracteriza por la abundancia de habitantes, televidentes,
analistas u opinantes, que siempre están detrás de la barrea y nunca
saltan al ruedo para no correr riesgos;
y al lado de esto, se observa una preocupante escasez de ciudadanos
comprometidos con la participación en la
solución de los grandes problemas del país. Esto es así, pero está comenzando a
cambiar.
Independientemente de las posiciones
políticas, se están generalizando importantes manifestaciones de rechazo a las
actuaciones gubernamentales que perjudican de una u otra manera la vida social.
Uno de los ejemplos lo podemos vivir en nuestra ciudad: La errada gestión pública
de los últimos años ha convertido el “Sueño
Guayanés” en una verdadera pesadilla. La
improvisación e ineficiencia han colocado
al borde de la quiebra a una de las regiones más ricas del país; y esto, ante la mirada complaciente o indiferente de
la mayoría de los “guayaneses”. Gracias
a Dios que hay signos de resurrección y esperanza, porque la sociedad se está
organizando; no solo para ganar
elecciones (cosa que es importante) sino para exigirle a quien gobierne, que no
juegue con nuestro destino y trabaje por
la prosperidad de Guayana y el bienestar de su gente.
La transición pacífica de un gobierno a otro
es primordial, pero hay otra que es más importante para el país: la transición de una sociedad
adormecida y acostumbrada a ser gobernada a capricho, a una sociedad activa y dueña de su destino. Para lograr esto es necesario
contar con verdaderos ciudadanos: que tengan criterio y capacidad de análisis individual
para decidir por sí mismos, y no permitir que otros piensen y decidan por
ellos; que se identifiquen con un proyecto de país que garantice de manera real
condiciones de vida digna para todos; que dejen a un lado la apatía o la
cobardía y participen en la vida pública. Y lo más importante, que tengan fortaleza suficiente para defender
sus convicciones. Con esta gente se puede aspirar a construir un gran país. Esta
es la transición que todos necesitamos. Jblanco@ucab.edu.ve; twitter @zaqueoo