martes, 31 de julio de 2012

San Ignacio en el mundo contemporáneo

Hoy es un día especial para la Universidad Católica Andrés Bello, el Colegio Loyola, Fe y Alegría y demás obras de la Compañía de Jesús, porque se celebra el día de San Ignacio, fundador e inspirador de una de las principales órdenes religiosas del catolicismo, los jesuitas. Como dice Alain Woodrow: “Pedagogos rigurosos que se han visto involucrados en la formación de hombres como Descartes, Moliere, Voltaire, Balzac, e inclusive, importantes líderes comunistas, como Fidel Castro o famosos cineastas como Luis Buñuel han pasado por sus colegios: su prestigio educativo es indiscutible”.

Ahora bien, ¿puede tener vigencia en estos confusos tiempos que nos ha tocado vivir la imagen o el pensamiento de un hombre que murió en 1556? Hoy no se habla solo de agnósticos, ateos o nihilistas, ahora han surgido otras especies difíciles de clasificar, como por ejemplo, el cínico contemporáneo: un astuto personaje que no cree en los valores fundamentales de lo humano, pero sabe que lucirlos es rentable, y se convierte en activista o vocero de cosas que en el fondo le parecen tonterías, pero que, sabiendo manipularlas son muy provechosas individualmente; realmente no hace nada mirando al prójimo, sino que es un cuidadoso observador de sí mismo. Estos “aviones de la astucia y el provecho individual” ¿qué pueden ver en un mensaje que pregone que “en todo hay que amar y servir”? 

Para responder al párrafo anterior voy a comenzar contando una anécdota del Colegio Loyola de Puerto Ordaz. El pasado sábado compartí con mis amigos y compañeros de bachillerato el reencuentro de los 40 años de graduados. Escuchando los emocionados recuerdos de cada uno, pude comprobar que el acompañamiento de la pedagogía ignaciana en aquella etapa juvenil ayudó mucho al momento de tomar importantes decisiones en la vida y afrontar los obligatorios “golpes del destino”. Pero hay algo más: dice García Márquez que la vida no es como se vivió, sino como se recuerda para contarla; si eso es así, es indiscutible que “el Loyola” dio un toque de alegría especial a su vida, como bien dijo el amigo Pedro Valverde: “En estos 40 años han pasado muchas cosas, unas se recuerdan y otras se olvidan, pero de las experiencias de aquellos días no nos olvidamos nunca”.

Hoy celebramos el día de San Ignacio en medio de una crisis mundial: pareciera que todo lo que sustentaba la vida del hombre contemporáneo se ha venido abajo; vivimos momentos de incertidumbre, no hay seguridad de nada; la angustia, el pesimismo y la desesperación se apoderan de todos. En medio de este panorama el hombre busca nuevas referencias y a veces se refugian en cosas que empeoran su situación. Personalmente creo que es un buen momento para releer y meditar sobre San Ignacio. No me dirijo a los especialistas, sino a quienes no lo conocen o saben muy poco de su vida que, por lo menos, estaba muy clara en que “el amor hay que ponerlo más en las obras que en las palabras”; sencillo y útil para el sufrido hombre de hoy. 


martes, 24 de julio de 2012

Las leyes y el Poder electoral


En nuestro país, por mandato constitucional, todo lo relativo a la reglamentación y organización de los procesos electorales es competencia del Poder Electoral que la ejerce a través de su ente rector, el Consejo Nacional Electoral (CNE) y demás organismos subordinados. El Poder Electoral, en teoría, es un poder separado de los demás poderes del Estado y su principal tarea es velar por el estricto cumplimiento de la legalidad en las elecciones. Pero a pesar de que la intención constitucional es clara en cuanto a lo que debe hacer el CNE, este se comporta de tal manera que, para muchas personas no es más que una oficina coordinadora de elecciones, que no actúa con la autoridad que debe caracterizar a un poder público, aceptando cosas intolerables para tan alta investidura.

En días pasados se produjo un acontecimiento que como abogado me asombró, porque pareciera que muchos no saben lo que es un “poder público”, ni siquiera los funcionarios encargados de ejercerlo. Henrique Capriles Radonski invitó a su principal contrincante, el presidente Chávez, a firmar un acuerdo ante el CNE, donde ambos se comprometen a cumplir las reglas de juego (leyes) y respetar los resultados electorales. A un ciudadano lego en materia jurídica y saturado por la confrontación política le puede parecer algo bueno, pero para cualquiera que tenga conocimientos elementales de derecho o simplemente “sentido jurídico” esto es un absurdo.

Cuando un estudiante de derecho cursa el primer año de la carrera lo primero que se le enseña son las características de las leyes, y una de las principales, inclusive, para muchos juristas la más importante es la coercibilidad; que quiere decir esto: que las leyes deben cumplirse bajo amenaza de que sean aplicadas por la fuerza si no se acatan; en dos palabras: ante la ley no hay alternativas o se cumplen voluntariamente o el aparato represivo del Estado debe sancionar y obligar a quienes no lo hagan. ¿Cómo es eso de que los candidatos van a comprometerse política o moralmente a cumplir la ley? ¿En dónde estamos? ¿No somos un estado de derecho? la máxima: “Las leyes se cumplen no se discuten” también debe ser válida para los candidatos presidenciales.

Esto no es una exquisitez teórica, ni soy tan ingenuo como algunos pueden pensar. Si como me dijo un amigo, estos “formalismos” jurídicos no son válidos en el mundo de la política, vamos a dejar la hipocresía y llamar a las cosas por su nombre: hay dos tipos de leyes: unas que son generales, abstractas, coercibles, que se la aplican a la mayoría de los ciudadanos de manera implacable y, otras, que son particulares, para casos concretos y solo se aplican según las circunstancias y las consecuencias políticas que puedan producir.

El acuerdo político se firmó. Cabe preguntarse: ¿De qué ha servido hasta ahora? La oposición dice que el Presidente no lo respeta, y sigue aprovechándose de manera ilegal del poder utilizando las cadenas para su campaña política; por otro lado, el oficialismo dice que el Presidente no hace campaña, sino que está informando de la gestión de gobierno. De poco pueden servir las manifestaciones morales de buena voluntad si no van acompañadas de un comportamiento que las ratifique con hechos. Aquí es donde debe imponerse el “poder del derecho”.

Vamos a ver si el CNE se comporta como un verdadero poder y mete en cintura a los candidatos, especialmente al Presidente, garantizando la imparcialidad, el cumplimiento de las leyes y la realización de un proceso trasparente que no genere ninguna duda. Si no lo hace, habrá que darles la razón a los escépticos que dudan de la existencia del derecho electoral en Venezuela, y ven a sus organismos como oficinas administrativas de coordinación y logística de elecciones, pero nunca como un verdadero Poder Electoral.

martes, 17 de julio de 2012

Las imágenes y las palabras

No hay duda, vivimos en tiempos de la dictadura de la imagen: el cine, la televisión, los videos domésticos, las fotografías, etc., han convertido al hombre en un espectador más que en un pensador. Esto no es nada nuevo: en 1997 Giovanni Sartori en su libro Homo videns (la sociedad teledirigida) hace una crítica al mundo actual donde el dominio abrumador de la imagen sobre la palabra escrita está trasformando al ser humano, u homo sapiens en un homo videns, alguien para el que toda la percepción de la información está basada en imágenes. Esto es algo muy serio porque toda nuestra cultura y nuestra vida en general se sustentan en ideas o conceptos que se expresan con palabras.

Hay una frase muy repetida por los amantes de la fotografía que dice: “Una imagen vale más que mil palabras”. Esto puede ser cierto en parte, cuando el hecho que recoge la imagen es conocido y no requiere más explicación, pero la imagen por sí sola no es suficiente. Como se puede apreciar en el trabajo de Sartori, la imagen de una persona libre no explica qué es la libertad; la imagen de un acontecimiento histórico es muy difícil de comprender en plenitud si no va acompañada de las palabras que explican su significado.

Esto, que estoy tratando en este espacio a riesgo de aburrir a más de uno, es un gran problema para la enseñanza de las disciplinas humanistas especialmente el derecho. Al finalizar cada año académico siempre se escucha el lamento de los docentes: “Los alumnos no estudian; es una perdedera de tiempo recomendarles bibliografía porque no leen”. Pero el asunto es mucho más grave de lo que parece, no se trata solamente de flojera o desinterés por la lectura, es que no están “programados” para recibir información por medio de la palabra oral o escrita, todo lo perciben a través de las imágenes. He observado cómo los niños antes de ir a la escuela y aprender a leer y escribir se han convertido en adictos a la televisión y a los videojuegos. Se familiarizan de tal forma con las imágenes que cuando reciben la enseñanza escolar en sus diferentes niveles les cuesta mucho asimilar conceptos en abstracto.

Por otro lado, la dictadura de la imagen está acabando con los ilustres profesores de antaño, que con verbo elegante y rico lenguaje exponían magistralmente las grandes ideas que trasformaron el mundo. Hoy, si el profesor no utiliza recursos audiovisuales no es bien visto ni bien evaluado; es más, sin video beam no hay clases: pareciera que las proyecciones son más importantes que los hombres, y que estos no puede andar sin las muletas tecnológicas.

Los docentes tenemos un reto: reivindicar el valor de la palabra, no quiero decir que hay que desechar las imágenes, sino que hay que colocar cada cosa en su justa medida y hacer entender la necesidad de preservar el lenguaje conceptual que se expresa mediante palabras, por encima del lenguaje perceptivo de las imágenes. No es fácil pero hay que intentarlo, porque si queremos que nuestros jóvenes entiendan conceptos como justicia, dignidad humana, etc., tiene que incursionar necesariamente en el mundo mágico de la lectura y la escritura. Decía Juan José Millás que la buena relación con la lectura y la escritura puede cambiar el mundo.

Hace algún tiempo una estudiante de derecho se quejaba irónicamente diciendo que las leyes son muy fastidiosas porque no tienen imágenes ni figuritas. Es verdad, pero en las palabras de la ley está la esperanza civilizadora de convertirnos en seres dignos, portadores de valores que no se ven en las fotografías, y que son fundamentales para comprender el fenómeno humano. Aquí está el reto, si se quiere que la educación sea un acto humanizador hay que rescatar el valor de lo más humano del hombre: las palabras.

martes, 10 de julio de 2012

Domingo de carrera

El pasado domingo fue un día especial porque se celebraba la carrera anual del Llovizna Runners Corre por tus venas. Estos domingos “de carrera” son diferentes: sin ningún pesar nos despertamos a las 4:30 de la mañana para prepararnos para la competencia; momentáneamente dejamos de lado las obligaciones y las preocupaciones para incursionar en el mundo de las fantasías deportivas. Es increíble el crecimiento de la pasión por el trote o la caminata; de eso escribí hace algunos meses, pero las cosas positivas hay que repetirlas: antes de las 6:00 de la mañana la mayoría de los inscritos habían llegado a la cita en el estacionamiento del Orinokia Mall, para un evento que más allá de lo deportivo, se mezcla con lo turístico, lo cultural y muy especialmente con la exaltación de importantes virtudes humanas.

A las 6:30 de la mañana las tres mil personas inscritas partieron con diferentes aspiraciones: competir para ganar, mejorar su tiempo en la distancia, vencer sus debilidades, participar o aceptar el reto de llegar a la meta, o simplemente mejorar la salud. Correr es una experiencia enriquecedora, porque independientemente del grupo, cada quien vive su propia carrera: la fortaleza o la debilidad son cosas personalísimas. Y algo que requiere mención especial es la caminata, donde se conjuga la condición física con el comportamiento ético, porque aunque la persona sea un “galgo corriendo” no debería hacerlo si se inscribió solo para caminar; pero bueno, a pesar de uno que otro incidente nunca se perdió el buen ambiente.

Entre las múltiples interpretaciones que se pueden destacar de los hechos que se producen en estos eventos, están las caras de la llegada: unas dominantes y seguras, otras oscurecidas por el sufrimiento y lo más importante, la mayoría alegres, porque lo paradójico de las carreras es que se disfruta del sufrimiento; por eso la llegada casi siempre es alegría. Y no podían faltar los mensajes especiales: cuando la mayoría disfrutaba comentando sus experiencias, una persona minusválida con una sola pierna y apoyándose en unas muletas cruzó la meta: una versión contemporánea de aquellos personajes de Hemingway que pueden ser destruidos pero nunca derrotados.

En resumen pues, un domingo de carrera: un día especial para compartir la alegría de un evento que le dio el “día libre a los malos sentimientos”; no hubo divisiones ni exclusiones, todos estaban unidos en torno a esas pequeñas cosas que le dan sabor a la vida y hacen agradable y llevadera la convivencia.

A las 9:30 tuve que volver al mundo real, dejando atrás el ambiente musical que para ese momento amenizaba la parte final de la competencia. Cuando llegué al quiosco de periódicos me encontré que este diario titulaba en primera página Fuerza policial trancó caminata de Capriles Radonski, y allí estaba la imagen de esa otra Venezuela que constantemente se enfrenta con odio, amargura o resentimiento, oscureciendo cada día más el destino del país. En ese momento llegaron al lugar unas personas que todavía tenían puestas las franelas de la carrera, sudados y alegres saludando a todo el mundo.

Esto que voy a decir puede parecer una ingenuidad pero, ojalá que en el futuro y por la salud del venezolano, los días por venir se parezcan un poco a los "domingos de carrera".

martes, 3 de julio de 2012

Concepción Arenal: La pasión por la justicia y la lucha por el derecho

El pasado 23 de junio, Día Nacional del Abogado, se presentó nuevamente la polémica sobre el estudio del derecho en este tiempo. Me tocó acudir a una clase de primer año en la UCAB Guayana para hablar un poco de la profesión del abogado. Al finalizar, un estudiante me preguntó si en las condiciones actuales se justifica el estudio del derecho en Venezuela. Esto no solo preocupa a los estudiantes, hay profesores que repetidamente se preguntan ¿De qué vale cultivarse en el arte de la ley y la jurisprudencia, si al llegar a los tribunales el derecho ha sido relegado a un segundo plano, siendo sustituido por la voluntad del funcionario que ejerce el poder?”. Y de manera más dura dicen, “¿para qué especializarse en el arte de lo justo en un país donde no hay justicia?”.

Con el merecido respeto a las personas que exponen estas opiniones, debo decir que no las comparto. Por mal que pueda estar la administración de justicia en el país, eso no es motivo para decir que no vale la pena estudiar la carrera de derecho; todo lo contrario, este es el momento en que más se necesita. El problema está en que mucha gente no ha caído en la cuenta de lo que significa realmente ser abogado, solo lo ven como un oficio que se ha vuelto muy problemático, y si además no es rentable debe abandonarse. 

Para demostrar las razones por las cuales sostengo que este es el momento en que deben aparecer los grandes abogados, traigo el ejemplo de Concepción Arenal, escritora española pionera del movimiento feminista y defensoras de los derechos sociales en su tiempo. Su pasión por la justicia no se doblegaba fácilmente, y en una sociedad abiertamente machista, donde las mujeres no podían acudir a la universidad se disfrazaba de hombre para oír clase, titularse de abogado y dedicar su vida a luchar contra la discriminación femenina.

Por eso, cada vez que me encuentro con colegas y estudiantes de derecho que prácticamente “tiran la toalla” ante las dificultades que atraviesa la justicia en este tiempo, me acuerdo de Concepción Arenal, Mandela, Gandhi o Luther King: ilustres abogados que aparecieron en momentos mucho más difíciles que los que hoy vivimos; y sin embargo, gracias a su voluntad de lucha, la condición de los derechos del hombre ha mejorado notablemente.

Concepción Arenal no tenía ni el derecho a inscribirse en la universidad, pero luchó por hacerlo para lograr que como mujer no fuera discriminada. Hoy, cuando entro a un salón de clase y veo que la mayoría de los estudiantes de derecho son mujeres, me acuerdo de aquella dama que en 1834 no se quedó en su casa sufriendo el peso de la exclusión y la humillación; luchó, y convirtió su vida en un ejemplo de pasión por la justicia. 

Decía Ihering, y yo no me canso de repetir:
 “Sin lucha no hay derecho, como sin trabajo no hay propiedad. La norma: comerás el pan con el sudor de tu frente, está con la misma verdad frente a la otra: en la lucha hallarás tu derecho. Desde el momento en que el derecho abandona su disposición combativa, se sacrifica a sí mismo; también para el derecho vale la sentencia del poeta: esta es la última conclusión de la sabiduría: sólo merece la libertad y la vida, El que tiene que conquistarlas diariamente”. 

Twitter @zaqueoo