viernes, 25 de octubre de 2013

Recuerdos de la UCAB



En medio de las emociones que produce el cumpleaños de la Universidad Católica Andrés Bello, es inevitable que quienes estudiaron allí recuerden aquellos años de juventud ilusionada que vivieron en sus aulas. Cómo no recordar el primer día de clases y la vieja costumbre de recibir a los nuevos con “bautizos” no muy agradables cortándoles el pelo en el cafetín, los partidos de fútbol en la cancha de tierra que estaba donde hoy está postgrado, y aquellas campañas políticas entre El bloque y Ucab Libre. En fin,  un mar de anécdotas que nos lleva la conclusión que cada quien tiene “su Ucab” de acuerdo como la vivió y ahora la recuerda.
Pero la universidad sembró en sus estudiantes mucho más que recuerdos de una época; me atrevería a decir que, dejó más que conocimientos: enseñó una manera distinta de entender la vida, a jóvenes que crecían en medio del paradigma del individualismo posesivo de la sociedad. De mi experiencia personal no puedo olvidar las clases de Introducción al Derecho del Padre Olaso, donde además de enseñar las diferencias entre los órdenes normativos de la conducta humana, los fines del derecho o la estructura de la norma jurídica, nos hablaba de las grandes encíclicas de la doctrina social de la iglesia o del pensamiento de Elder Cámara. Todavía recuerdo como si fuera ayer, cuando nos leyó  el famoso párrafo de El desierto es fértil que cita en el tomo primero de su Introducción al Derecho
“Las cosas cuando están bien dichas hay que repetirlas, no importa quién las esté diciendo, Escuchen esto: “Especialízate  en el arte de descubrir en todas y cada una de las criaturas el lado bueno con que cuentan: no hay nadie que solo sea maldad. Especialízate en el arte de descubrir en todas las ideologías el fondo de verdad que guardan en su seno: la inteligencia es incapaz de adherirse a un error absoluto”
Así era el Padre Olaso en sus recordadas clases, sencillo y fiel a su compromiso con la verdad. Una persona que necesariamente tienen que ser recordada en estos momentos especiales llenos de recuerdos, porque los que tuvimos el privilegio de ser sus alumnos nos sentimos comprometidos de la misma manera que él lo hace en la ofrenda de su obra:
“En comunión con los hombres sinceros de buena voluntad, de cualquier ideología o religión; especialmente con aquellos –los más pobres y oprimidos- para quienes, de hecho ni apenas existe el derecho, ni saben ni pueden defender sus derechos. Unido, en abrazo fraternal, con los esforzados que, en el mundo estropeado que vivimos, trabajan, luchan, sufren o mueren por un orden más justo y más humano, en la esperanza doliente y gozosa de que, al final –tal vez sobre un fracaso personal aparente- por encima del derecho de la fuerza triunfará “la fuerza del Derecho” (Luis María Olaso, Introducción al Derecho)
Palabras para la posteridad y para una historia que verdaderamente compromete.