El irrespeto juvenil fue uno de los
primeros temas de tertulia en este inicio de año. Tomando un café con el Padre
Sabino, comentamos el caso del profesor uruguayo que renunció a su trabajo
porque no soportó el irrespeto de los alumnos hacia su persona. El docente
cuenta su amarga experiencia por las redes sociales, y el asunto se volvió
“viral” cuando otros comienzan a contar experiencias similares difíciles de
creer a una mentalidad tradicional, que
ve con asombro que, en las aulas universitarias, se ha instalado la “costumbre”
de que los alumnos, en vez de atender al profesor se dediquen a consultar o enviar mensajes por el celular, en
claro irrespeto a la persona del docente y a la enseñanza académica que parece importar
poco o nada.
Pero el problema no es solo que el respeto
como valor moral esté desapareciendo de la vida
del hombre de hoy, lo más grave, es que muchas personas, e inclusive un
sector de la intelectualidad pretenden justificarlo, hasta llegan a verlo como algo normal.
En más de una ocasión, ante el lamento de
que no se respetan ni las leyes ni a las personas, aparece quien pretende
justificar la situación, diciendo que se vive un nuevo tiempo que no se
comprende. Dicen que hoy, la libertad está
por encima de la autoridad; por lo tanto, exigirle al hombre contemporáneo que
sacrifique su felicidad y su vida, por
respetar un conjunto de valores tradicionales en los que no cree, es algo absurdo. Y para defender esta tesis se invocan ideas tomadas de la Modernidad liquida de Bauman, o
la Civilización como Espectáculo de Vargas Llosa
Así las cosas y volviendo al mundo
universitario, consideran estos defensores de las “relaciones liquidas”, que a
los jóvenes de hoy hay que enseñarle lo
que les interesa, -y entretenga- ,
añadiría yo. Y si el profesor los aburre con La Caverna de Platón o la Ética
Nicomaquea de Aristóteles, que acepte su fracaso, por no entender, lo que decía
Nietzsche en su obra Así hablaba Zaratustra:
“Pobre viejo, no se ha enterado de que Dios ha muerto”
Estas ideas “postmodernistas” me hacen
pensar que debería cambiar la enseñanza de la Filosofía o Historia de las ideas
jurídicas, por materias como La cultura del rock o La filosofía del Futbol, que
no me desagradan y ya he preparado un borrador de programa. El problema es que,
sigo siendo un hombre viejo; un hombre que, siguiendo parcialmente a Kant, cree
que la libertad sin respeto no existe, porque precisamente, solo hay derechos
donde la libertad de unos se armoniza con la libertad de otros, bajo la tutela
de una ley universal. Lo demás son inventos para justificar el individualismo anárquico
y posesivo.
Cuando regresé a mi casa después tertulia
reflexiva que comenté al principio, por la tele estaba pasando la película de
los hermanos Coen No es un país para
viejos. La trama se basa en la novela homónima del escritor estadounidense
Cormac McCarthy: un autor seco y minimalista, que de manera cruda, retrata las miserias del drama humano. Al
final de la película, después de presentar las
aventuras o desventuras de personajes perversos y sin valores, que no se
detienen ante nada por un maletín de dólares, se reúnen dos viejos policías hablando
de este desastre, y uno le pregunta al otro -palabras más palabras menos- ¿Cuándo empezó todo esto? Y El otro contestó:
“Cuando los muchachos dejaron de decir, Señor y Señora”.
Creo que la idea está clara: guste o no
guste, cuando el respeto pasa de moda, y ante el abuso y la desconsideración,
no se dice nada, o se ríe la gracia, se
está abonando el terreno para que crezcan las hierbas de delito que destruyen
la vida: la travesura del niño de hoy, es posible que se convierta en el delito
del hombre del mañana.Y a quienes dice que no se puede pretender
que el niño o el adolescente estén siempre atados a la tiranía de sus mayores,
les repito la frase de José Luis Martin Descalzo: “Prefiero la tirana de la
familia antes que la tiranía de la moda”.
En fin, arrancamos un nuevo año en medio de
muchos problemas. Deseo que la situación de la gente mejore, pero esto solo se
logrará si recuperamos el valor de las virtudes ciudadanas, aunque me digan que
eso son cosas de viejos y, en este sentido, pareciera que “este no es un mundo para viejos”;
ustedes me entienden.
Por ahora no pienso renunciar como lo hizo
el profesor uruguayo, porque como decían los griegos el tiempo es circular, y
ante el posible fracaso o agotamiento de las sociedades liquidas,
vengan nuevamente las sociedades sólidas, donde las personas sean
tratadas con el respeto que se merecen. Y creo que este es un buen propósito
para comenzar el año: reivindicar lo que nos hace dignos y humanos. - (twitter
@zaqueoo)
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