Llega la Navidad y las redes sociales sustituyen a las
viejas y tradicionales tarjetas que se venden, todavía, en librerías que se
niegan a morir. La tecnología permite que los buenos deseos de la gente lleguen
a todas partes. En medio del mar de mensajes hay una frase que se repite” Te
deseo que el Niño Dios te traiga lo mejor”. Y aquí salta la duda: ¿Qué es lo
mejor?
En la novela de Fernando Sánchez Dragó, La prueba del
laberinto, se dice que Jesús aportó dos cosas al mundo: el libre albedrio y el
amor compasivo y solidario. El
libre albedrio es la potestad que tiene
el hombre de escoger los caminos de su vida y el amor solidario es el que da
sin esperar nada a cambio y no es
indiferente ante el dolor ajeno. Estos fueron los regalos de Jesús.
¿Esto es lo que quiere la gente que le traiga Jesús en
Navidad? Parece que no, porque según el citado autor, en el mundo occidental
amar significa poseer, y en cuanto al libre albedrio, G Sánchez Dragó describe
duramente las costumbres de este tiempo: “La gente se ira mascando chicle de hidrocarburos
de fresa hacia el centro comercial más cercano, para invertir sus ahorros en
lechugas de plástico, hamburguesas de rata china, lencería y cosméticos de placenta
humana… se fundirá el resto de la jornada sesteándose y rebosándose de
culebrones , partidos de futbol, noticias manipuladas, decibeles estereofónicos,
video clips descoyuntados, concursos modorros, reclamos de desodorantes para ciudadanos
elegantes o detergentes para marujonas competentes, tetas y culos de silicona, azafatas
en paños menores, anuncios institucionales del Ministerio de Hacienda, ruines mentirillas
de políticos asalariados por Banqueros, multinacionales, jeques del Golfo Pérsico o el
Presidente de los Estados unidos… “
Ese es el mundo que describe Sánchez Dragó en su novela, muy alejado de los aportes de Jesús. Ese mundo
existe indudablemente, pero no es el único, porque también nos encontramos con
muchas personas que viven de forma diferente y trabajan para cambiar las cosas
y que el anhelado reino de Dios se haga realidad para todos.
Por eso, en medio de las deslumbrantes luces del placer, hay
que pedir que los verdaderos regalos de Jesús
lleguen a todos, porque allí está la
felicidad. (twitter @zaqueoo)