En tiempos en que las redes sociales nos
conectan con el mundo al instante, podemos ver como la maldad se multiplica por
todas partes. Las noticias no traen muchas cosas para alegrar la vida y tener
la esperanza de que el futuro será mejor. Ante esto, no faltan los
especialistas que opinan, muchas veces con la buena intención de ayudar, pero
en otras, lo hacen para presentarse como
los mejores de la especie, ejemplo de bondad y salvadores de la raza humana.
Ahora bien, ¿Cuál es el origen del mal?
Mucho se ha escrito sobre esto y si algo está claro, es que no hay nada claro. El
gran novelista ruso León Tolstoi escribió un cuento que lleva el mismo título
que el problema que aquí nos ocupa, donde aborda el asunto de la manera que voy a resumir seguidamente.
En medio del bosque vivía un sabio ermitaño
que se entendía perfectamente con las fieras, conviviendo pacíficamente con
ellas. En una ocasión en que descansaba debajo
de un árbol, se cobijaron allí para pasar la noche, un cuervo, un
palomo, un ciervo y una serpiente. “A falta de otra cosa que hacer y con el fin
de pasar el rato empezaron a discutir sobre el origen del mal”. Comenzó el
cuervo diciendo que, el hambre es la
causa del mal, si se pasan días sin probar bocado la vida cambia y no hay un
momento de tranquilidad; intervino seguidamente el palomo diciendo que, el mal
proviene del amor, porque si viviéramos solos no tendríamos sufrimientos, pero
quien ama vive intranquilo por el bien
del ser amando; el mal lo produce la ira, dijo la serpiente, si viviésemos
tranquilos y no buscásemos pendencia todo iría bien; por ultimo interviene el
ciervo diciendo, el mal lo produce el miedo, la intranquilidad existencial ante
el peligro. Al final interviene el sabio ermitaño diciendo “No es el hambre, el
amor, la ira ni el miedo la fuente de nuestros males, sino nuestra propia
naturaleza. Ella es la que engendra el hambre, el amor, la ira y el miedo”.
Hay que observar que, mientras los animales
opinan el sabio escucha y al final les advierte que, todas esas cosas se conjugan en una sola, su
naturaleza, tal y como ocurre en la naturaleza humana que es el origen de todos
los males. Si hacemos un ejercicio de
fantasía imaginando que la escena se produce en nuestras tierras, a orillas del
Caroní, al grupo de animales seguramente se incorporaría un lorito mañanero, para
advertir que, hay algo más terrible, que puede acabar hasta con el mejor país
del mundo: el odio.
El cuento con el que hoy me reincorporo a
este espacio puede tener muchas interpretaciones. Y perfectamente nos puede
llevar a pensar que, en los lugares donde abunda el hambre, la ira y el miedo,
solo el amor bien entendido, no como preocupación personal, sino como servicio
a los demás, puede ser el remedio para erradicar el mal y alcanzar el
bien. (twitter @zaqueoo)