jueves, 27 de abril de 2023

Cuando el destino nos alcance: la profecía se está cumpliendo

En el año 1974, si la memoria no me falla, se estrenó en el Teatro Altamira del Centro Comercial Caroní de Puerto Ordaz, la película de Richard Fleischer Cuando el destino nos alcance, también titulada Solylent Green. Considerada como una de las distopías  más famosas de la historia del cine, es para algunos, una película de ciencia ficción, que advertía lo que para aquel momento se veía como un futuro apocalíptico de la ciudad de Nueva York, presentándola totalmente arruinada y deshumanizada, donde los pobres  a duras penas luchaban por subsistir, y mueren en las calles, debiendo ser alimentados por el gobierno con unas galletas (Soylent Green) que en definitiva resultaban fabricadas con cadáveres humanos.

Cuando se estrenó la película, hace 49 años, Puerto Ordaz era una de las ciudades más prósperas y hermosas de Venezuela. Y el Centro Comercial Caroní, uno de los lugares de vida moderna más importantes del interior del país, donde destacaba el Teatro Altamira” como una de las mejores salas de cine, donde se podía disfrutar de los mismos estrenos que estaban en cartelera en Caracas.  En aquellos días, o mejor dicho noches, el cine era uno de los eventos sociales más importantes de la ciudad, al extremo de que hay personas que al referirse al pasado guayanés lo relacionan con los momentos en que se proyectaban inolvidables películas, entre las cuales hay que destacar Cuando el destino nos alcance:  una de las cosas que recuerdo de ella, es la cosificación del ser humano, que se manifestaba al no llamar a las personas por su nombre, si no por sobrenombres de cosas, lo que aprovecharon los bromistas del momento, para salir "apodando" a todos los amigos que compartían con ellos aquellas noches.

El cuento es que estaba con el número 94 de la cola de la gasolina renegando de mi suerte, cuando después de varias horas, por esas coincidencias incomprensibles, para empeorar mi situación anímica, recibí por el teléfono el artículo de Alfonso Ortega Mantecón  Soylent Green, el Pan nuestro del Futuro, donde hace un detallado análisis de esta interesante película, destacando, como la vida humana se va deteriorando, de la misma manera que el mundo civilizado se arruina, producto del desacierto humano que lamentablemente es una crónica de fracasos.

Cuando por fin logré milagrosamente “surtir combustible” fui a dar una vuelta por el viejo Puerto Ordaz y visitar el Centro Comercial Caroní, del que solo queda un viejo edificio muy deteriorado; un estacionamiento “embasurado”;  la mayoría de los locales cerrados; solo un supermercado chino abierto a media tarde; el cine, el bowling o las discotecas desaparecieron del lugar hace años, del mismo modo que el ambiente alegre que caracterizaba la vida de aquellos años 70.  

Ortega Mantecón termina su artículo refiriéndose a la película de la manera siguiente: “… se trata de una producción que invita al espectador a reflexionar en torno a la deshumanización y decadencia presentada en este mundo distópico. No obstante, pareciera que este futuro indeseable, otrora ficticio se encuentra realmente alcanzandonos”.