martes, 30 de agosto de 2011

Los políticos puros



Los acontecimientos que determinan el rumbo de la historia de los países no son producto de fenómenos naturales sino de decisiones humanas; si estas son acertadas  el destino será próspero,  de lo contrario  se convertirá en esa tragedia que se ha denominado la desorientación política de los pueblos. Ahora bien, la decisión acertada no es producto del azar,  sino de las cualidades que tienen algunas personas para saber qué hacer en el momento adecuado. El desaparecido Carlos Rangel en una entrevista que le hizo Joaquín Soler Serrano, publicada en el libro Venezolanos a fondo, dice –palabras más palabras menos- que nuestra historia es una crónica de fracasos; en esto coinciden algunos analistas políticos de nuestro tiempo que,  sostienen que el problema venezolano está  en la incapacidad de sus dirigentes para verla realidad y  la terquedad en defender errores  o proyectos inviables.

Sobres las causas de la situación política del país hay numerosas opiniones, pero una de las que cada día cobra más fuerza, es que en Venezuela hay muchos analistas políticos, ideólogos o aficionados a la política, pero pocos políticos puros. Javier Cercas en su libro Anatomía de un Instante, dedica un capítulo a lo que debe entenderse como las virtudes de un político puro: “…la primera virtud de su oficio es la intuición histórica. Así como la llamaba Ortega; Isaiah Berlín la hubiera llamado de otra forma: la hubiera llamado sentido de la realidad, un don  transitorio que no se aprende en las universidades ni en los libros y que supone una cierta familiaridad con los hechos relevantes que permite a ciertos políticos y en ciertos momentos saber qué encaja con qué, qué puede hacerse en determinada circunstancia y qué no, qué métodos van a ser útiles en qué situaciones y en qué medida…”

El libro que cito en el párrafo anterior,  es un ensayo publicado en el año 2009, donde se analizan de manera magistral las circunstancias y efectos  del intento de golpe de estado  que se produjo en España el 23 de febrero de 1981. Específicamente se refiere a  la toma del Congreso por los golpistas  y la actitud de Adolfo Suarez que permaneció sentado mientras las balas silbaban a su alrededor. El libro es mucho más que la crónica de un suceso;  es un análisis de todo lo que rodea el apasionante mundo de la política. Y para nosotros puede servir de lección, porque en momentos en que el país está dividido en una confrontación  absurda e interminable, por la  terca actitud de no dialogar, podemos ver a quienes respaldaban  a  Adolfo Suárez en aquel momento en que se quería abortar el proceso de trasformación democrática en España: un golpista que había estado al lado de  Franco, el general Gutiérrez Mellado y un revolucionario, el secretario general del partido comunista, Santiago  Carrillo: enemigos irreconciliables en el pasado que luego unieron esfuerzos para lograr la trasformación de España.

Los políticos puros son indispensables en esos momentos determinantes de la historia de los pueblos. Sin pretender descalificar los esfuerzos ni las buenas intenciones de nuestros actores políticos creo que en  Venezuela no hemos tenido mucha suerte; hemos contados con políticos de altura que no han sabido interpretar adecuadamente nuestra realidad. Y por otro, lado lamentablemente, abunda los aventureros interesados que, en el afán por defender sus “ideologías”  o privilegios  particulares atentan permanentemente contra la institucionalidad democrática del país.  jblanco@ ucab.edu.ve,  twitter  @zaqueoo

lunes, 29 de agosto de 2011

El ocaso del alquiler



Entre los polémicos proyectos de ley que se discuten en la Asamblea Nacional, uno de los que  produce mayor expectación e intranquilidad es el que se refiere al alquiler de viviendas. Cada vez que los medios de comunicación dan a conocer la aprobación de algún artículo no se hacen esperar los comentarios: Los más pesimistas dicen que esta ley es el giro definitivo hacia el comunismo, ya que con ella se produce una gran confiscación de bienes alquilados, siguiendo las ideas del sistema comunista, donde el único derecho que se reconoce es el de uso; Otros, menos radicales, se oponen al proyecto considerando que sataniza excesivamente al propietario,  privilegiando siempre la posición del inquilino que prácticamente no tendrá deberes que cumplir  y se inmuniza ante cualquier acción que quiera intentarse en su contra; los optimistas, creen que es una ley necesaria, que solucionará los graves problemas que desde hace bastante tiempo se suscitan entre inquilinos y propietarios.

El contrato de arrendamiento comenzó a perfilarse entre las instituciones que nos dejó la sabiduría jurídica de la antigua Roma. De manera sencilla, el arrendamiento tradicional se caracteriza por, un acuerdo donde el propietario de un bien le permite a otra persona que lo use por un tiempo determinado,  pagando una cantidad de dinero; y lo más importante, con la obligación de devolverlo al finalizar. Este contrato fue evolucionando en el tiempo, transformándose  de acuerdo con las necesidades sociales. En el caso específico del alquiler de viviendas,  la intervención estatal lo fue modificando para proteger al inquilino,  tal y como ocurrió en varios países entre los cuales se pueden mencionar a México y España. En Venezuela también se produce esa trasformación, como  puede apreciarse en el viejo Decreto Legislativo de Desalojo de Viviendas y el Decreto Ley de Arrendamientos Inmobiliarios  vigente,  promulgado por este mismo gobierno. En efecto, la legislación actual ampara de manera importante los derechos del inquilino. No se puede negar que la ley vigente tenga sus defectos,  pero favorece de manera importante al arrendatario,  sin desconocer los derechos del arrendador,  ni desnaturalizar el contrato de arrendamiento.

La aprobación del proyecto de ley de arrendamiento tal y como está planteado  va a acabar con el alquiler de viviendas. Más allá de las especulaciones de los teóricos del derecho, la existencia del contrato depende de un elemento psicológico,  como es  la confianza del arrendador  en que el bien  arrendado le será devuelto al finalizar el contrato.  Este sentimiento de tranquilidad y certeza necesario para contratar,  ha desaparecido por el clima de desconfianza que ha generado  tanto el decreto ley sobre el desalojo arbitrario, como este proyecto de ley de arrendamiento. De acuerdo con lo previsto en esos instrumentos legales, recuperar un inmueble arrendado será un verdadero milagro, y en esas condiciones es muy difícil que alguien se arriesgue a alquilar. 

En conclusión, no hace falta ser experto en derecho inquilinario para vaticinarlo que va a pasar con el arrendamiento de viviendas en Venezuela. Por satisfacer peticiones circunstanciales de un grupo, se va privar a toda la población de la posibilidad de alquilar una vivienda.  Así no se legisla. Es cierto que ha habido abusos por parte de los propietarios, pero también se han producido por parte de los inquilinos.  Pero para eso están los tribunales; para juzgar las conductas concretas y sancionar las infracciones a la ley y a los contratos. Con buenos jueces todos los problemas se acabarían, porque si bien las leyes son importantes, más importantes son los jueces: un buen juez imparte justicia hasta con leyes malas, un mal juez echa a perder la mejor ley del mundo.   Lo preocupante es que la ignorancia y la improvisación se metan en los terrenos del derecho y la justicia.  jblanco@ucab.edu.ve  twitter @zaqueoo

martes, 16 de agosto de 2011

El hambre y los lujos




Diego Armando Maradona,  famoso personaje  de destacada actuación futbolística y polémica vida pública, con motivo del cumpleaños de Fidel Castro dio unas declaraciones donde elogia la labor del líder cubando diciendo que “Los cubanos no tendrán lujos pero comen todos: Cuba es  un ejemplo a seguir”. No conozco personalmente el funcionamiento del régimen  cubano;  por los medios de comunicación me he enterado  de las críticas y las alabanzas. Y por esta misma vía me ha llegado la noticia de que  el ciudadano cubano no  disfruta de la mayoría de los avances tecnológicos como  lo hacen los ciudadanos de otros países;  inclusive,  hace años un líder estudiantil  dijo que “internet  es una farsa  que el pueblo no  necesita”.

Si es cierto -como dice Maradona- que en Cuba el problema del hambre está resuelto,  eso es algo digno de elogio, porque el hambre es uno de los grandes males de  la humanidad. Pero  en los últimos años han  aparecido otros graves problemas que también tienen que atender los gobiernos.  Entre ellos está  lo que se ha denominado  “la brecha digital”, que surge entre quienes   tienen acceso a  internet y al desarrollo tecnológico y quienes no lo tienen.  Esto es un problema que causa  una gran preocupación, al extremo de que algunos lo consideran como el surgimiento de una “pobreza digital”  que sufren muchas personas limitando seriamente su formación y desarrollo.

Hoy,  los gobiernos están obligados  a garantizar a los ciudadanos el disfrute de los avances tecnológicos,  tal y como expresamente lo señala  la declaración de la Asamblea General de las Naciones Unidas  de fecha  10 de noviembre de 1975: “Todos los Estados adoptarán medidas tendientes a extender a todos los estratos de la población los beneficios de la ciencia y la tecnología y a protegerlos, tanto en lo social como en lo material, de las posibles consecuencias negativas del uso indebido del progreso científico y tecnológico”  Por lo tanto, cuando se habla de lujos,  hay que precisar de qué se está hablando, porque la palabra  “lujo” significa abundancia de cosas  innecesarias, y el acceso al desarrollo tecnológico no es un lujo, es  un derecho humano.

Pero  el debate entre el hambre y los lujos plantea otros problemas éticos. El pasado mes de diciembre,  una persona a quien no le sobra el dinero para vivir, cuando cobró las utilidades, lo primero que hizo fue comprarse un BlackBerry. Yo estuve entre los que le criticaron esa actitud, y su respuesta fue: “Si tengo que pasar hambre para darme un lujo ese es mi problema;  yo decido lo que hago con lo que gano” inmediatamente surgieron las reacciones: por una parte fue tildada de ignorante  y alienada por el capitalismo consumista; pero por otro lado, fue vista como una persona que ejercía el  derecho a  la libertad individual, decidiendo lo que creía que era bueno o malo para ella.  Mi opinión es que hay que educar a la gente para que tome buenas decisiones: Que no derroche en lo superfluo para que después  no tenga que privarse de lo necesario. Pero hay que respetar las decisiones personales, porque los ciudadanos no pueden ser considerados como niños que necesitan a su papá para que siempre decida por ellos.
Como reza un viejo dicho, muchas veces los sentimientos nublan el entendimiento. Con los ojos del amor o del odio no se puede juzgar con imparcialidad. Por eso la diosa de la justicia tiene los ojos vendados. Es indiscutible que el gobierno cubano ha alcanzado avances importantes en lo social, pero decir que “es un ejemplo a seguir,  porque todos los cubanos tienen garantizada una taza de arroz, papa o pan”  -como dijo Maradona-  es algo verdaderamente inadmisible.  Un buen gobierno es el que garantiza condiciones generales para el desarrollo de una buena vida.  Y  para lograr esto, es obvio que  debe comenzar  por asegurar  la satisfacción de necesidades básicas,  entre las cuales están las alimenticias; pero eso no es suficiente, porque para el hombre de hoy la  buena  vida es mucho más que la comida.  jblanco@ucab.edu.ve,  Twitter  @Zaqueoo

jueves, 11 de agosto de 2011

Mirar los parques


La gobernación del estado Bolívar  ha decidido ocuparse de la recuperación  y mantenimiento del parque La Llovizna. Es una buena decisión por lo que representa este parque, que se ha convertido en un ícono de la ciudad. Ojalá que se realice una buena labor y no se politice el servicio; principalmente que se respete la obra de la naturaleza y no se empiecen a pintar los árboles o a sembrar plantas que nada tienen que ver con el entorno, como ha ocurrido en otros lugares, donde hermosas playas se han convertido en grotescas caricaturas de lo que eran originalmente.

Pero no quiero dedicar este artículo a la gestión pública,  que cuando es buena debe ser reconocida. Quiero referirme a la actitud de los ciudadanos hacia sus parques. Voy a tratar de ser muy cuidadoso, para no ser malinterpretado. Los parques son espacios naturales que pueden ser usados por sus visitantes para diferentes actividades: paseos, contemplación de la naturaleza, practicar deportes, yoga, lectura etc. Cada quien puede aprovecharlos y disfrutarlos a su manera. Lo que me preocupa es que, en los últimos días he observado que para muchas personas los parques son solo lugares de entrenamiento físico, cosa que está muy bien, pero que si se reducen solo a  eso, disminuye notablemente lo que la grandiosidad de la naturaleza le puede aportar al espíritu humano.

En días pasados, observando algunas fotografías de la ciudad, un amiga que trota todas las mañanas en La Llovizna, al ver la imagen de un paisaje donde las flores de los árboles alfombraban una vereda exclamó ¡Donde es esto! En La Llovizna -le dije-. Todos los días pasaba por ese mismo lugar y nunca se había percatado de su belleza. Pero esto no ocurre solo aquí en Guayana: recientemente fui a trotar a la playa La Caracola en Porlamar, y  al amanecer,  el sol produjo un efecto visual sobre el mar que, unido al ruido de las olas presentaba un espectáculo impresionante; solo un grupo reducido de mujeres observaba la escena, algunas con los brazos abiertos en actitud reverencial; la mayoría solo  estaba pendiente del pulsómetro o cronómetro, mientras que sus oídos estaban  “conectados” a los audífonos de esos equipos de sonido portátiles que tanto utilizan los corredores y trotadores.  En conclusión mucha gente usa los parques pero no ha aprendido a “mirar y vivir los parques”

Repito, no critico el derecho que tienen cada ciudadano de usar los espacios públicos en la forma que considere conveniente, siempre que lo haga dentro del marco de la ley. Lo malo es que  no se enseñe a la gente a apreciar y valorar lo que la naturaleza nos ha regalado. Aunque sea duro reconocerlo, vivimos a orilla de río dándole la espalda al río.

Me gustaría recomendar  a algunas  personas que consuetudinariamente amanecen en La Llovizna, que observen el despertar del parque: Antes de ponerse los lentes de sol, miren como van cambiando los colores de los arboles con las primeras luces de la mañana;  antes de conectarse con los noticieros por el “Ipod” escuchen los sonidos del bosque producidos por el agua que corre o los pájaros que despiertan. El parque es un “ser animado”  que vive y cambia cada  día, y que si lo observamos con detenimiento siempre nos regala algo nuevo. Hacer ejercicio es fundamental para la salud corporal, pero el espíritu también necesita ejercitarse. Por eso, antes de arrancar,  vamos a dedicarle  aunque sea unos minutos a mirar el parque.

Bienvenida la idea de la gobernación de rescatar  el parque, pero hace falta algo más de parte de los ciudadanos: el parque no es solo una cosa que requieren mantenimiento; es un espacio animado por la vida de un sinnúmero de seres que requieren cariño y atención. Si queremos rescatar el espíritu guayacitano, vamos a empezar por tomar conciencia del valor de nuestros parques.  Y  comencemos por lo más sencillo: mirarlos como se merecen.
Jblanco@ucab.edu.ve;  twitter @zaqueoo

martes, 2 de agosto de 2011

Cuando todo es de todos


No hay nada más peligroso para una sociedad que, estar dirigida por  personas que ignoran los principios básicos de la convivencia. Quienes utilizamos  estos espacios  para expresar opinión,  tenemos que  llamar  a las cosas por su nombre y denunciar los disparates que se trasmiten  al colectivo, perturbando notablemente las relaciones entre los ciudadanos.   Tanto en  el debate político como en  la conducción del país, se está  observando una superficialidad inaceptable: hay pocas ideas y  casi todo se resuelve con “frases célebres” apotegmas o refranes. En efecto, cuando escuchamos las declaraciones de políticos  o ciudadanos que intervienen en las discusiones sobre los asuntos públicos,  encontramos más adagios populares que argumentos.  En medio de este panorama,  en un noticiero de la semana pasada,  declaraban unas personas que se disputan el uso de un terreno, y uno  de ellos en tono grandilocuente decía: “Aquí todo es de todos y nada es de nadie”. Ignoro los detalles del caso, y por lo tanto, no puedo juzgar la intención del declarante, lo que quiero destacar es la magnitud de lo que significa esta frase, aparentemente inofensiva.
Javier Hervada  catedrático de filosofía del derecho en la Universidad de Navarra (España)  en su libro ¿Qué es el Derecho? dice  lo siguiente: “Supongamos que todo es de todos. Si esto ocurriese, el dinero que uno tiene para sus gastos le podría ser arrebatado por otro, pues tanto sería de uno como sería de otro. Si el propio cuerpo perteneciese a todos, ante un enfermo de los riñones se podría coger al primer hombre sano que se encontrase y sacarle un riñón y trasplantárselo al enfermo. Si las viviendas no estuviesen atribuidas cada cual podría invadir la que se le antojase etc. etc. La vida humana sería un infierno; el normal desarrollo de la vida del hombre pide que exista alguna atribución de cosas, a menos en el sentido de respetar el pacífico uso de las cosas.  Aunque sea esa mínima atribución que supone que si un ciudadano se sienta en un banco público otro ciudadano no puede echarle para sentarse él. El hombre tiene, al menos, que poder decir que, mientras está sentado en un banco público,  el estar sentado es algo suyo, que se le atribuye y por lo tanto es derecho suyo”  ¿Qué pensaría el autor de este párrafo si conociera lo que está pasando en nuestro país?
La arenga en contra de la propiedad privada y esa idea ingenua  de que “Todo es de todos” está acabando con el precario orden social que existe. La invasiones, están a la orden del día  y de ellas no se salvan nadie, ni  los ricos terratenientes, ni los humildes campesinos,  ni los dueños de lujosas mansiones,  ni los habitantes de las barriadas. La idea del derecho ajeno ha desaparecido: no se respeta ningún tipo de acuerdo ni contrato; ni siquiera lo más elemental de las relaciones,  como es el puesto preferente o el orden de llegada es tomado en cuenta; las páginas de los diarios son verdaderas crónicas de abusos y atropellos contra los derechos individuales.  El infierno del que habla Javier Hervada en la cita anterior,  ya lo estamos viviendo, producto de una errada conducción política que cree más en la fantasía  que en la realidad.
En una sociedad moderna  y ordenada, el uso pacífico de los espacios públicos y el disfrute de los derechos privados tiene que estar perfectamente regulado y garantizado. Sin derechos no hay orden social ni comunidades civilizadas. Lo importante es que las cosas estén justamente repartidas individualmente y que cada quien pueda disfrutar de lo suyo. Porque  para el hombre de hoy, no hay artículo de primera necesidad que sea más importante que el respeto a “su derecho”. jblanco@ucab.edu.ve; twitter @zaqueoo