lunes, 1 de mayo de 2023

Trabajo, Inteligencia Artificial y dignidad humana

Primero de mayo: a las permanentes reflexiones que se hacen en esta fecha, hay que añadir la amenaza real que se cierne sobre el trabajo del hombre por el avance de la tecnología y muy especialmente de la Inteligencia Artificial: José Saramago en su novela La caverna, escrita en el año 2000 relata el drama de Cipriano Algor, alfarero que ve como el oficio de toda su vida desaparece; posteriormente en el año 2018 Andrés Oppenheimer  en su libro Sálvese quien pueda, El futuro del trabajo en la era de la automatización, se pregunta:¿Cómo afectará la llegada de los robots y la inteligencia artificial al trabajo de abogados, contadores, médicos, comunicadores, vendedores, banqueros, maestros,  obreros, restauranteros, analistas, choferes, meseros, trabajadores o estudiantes.?” Recientemente han abundado los artículos sobre este preocupante tema: ¿cómo quedará el trabajo del hombre en la era de los robots?  El análisis que exige el tema no cabe en este espacio, en el que solo me limitaré a hacer breves menciones sobre los oficios de abogado y docente, a los que me he dedicado en la vida; hoy hablaré de los abogados

Hay que distinguir entre el trabajo de los abogados en ejercicio y el de los jueces. También hay que precisar cuál es la idea del derecho que se maneja para analizar el impacto que sobre él tendrá la Inteligencia Artificial. Los normativistas consideran que el derecho es un sistema de normas que determinan el comportamiento humano y la forma en que deben resolverse los conflictos. Desde esta perspectiva, a corto plazo, las plataformas inteligentes pueden responder consultas, aclarar dudas y resolver conflictos, con más rapidez y eficacia que los abogados.  El problema se presenta cuando, abandonando el normativismo,  se sostiene el carácter axiológico del derecho, donde se debe apelar a valoraciones humanas,  para las que no están preparados los sistemas de inteligencia artificial. Así lo reconoció la conocida Inteligencia artificial ChatGPT  cuando se le preguntó sobre un problema ético: “una inteligencia artificial no puede hacer valoraciones morales en el sentido humano de la palabra. Las valoraciones morales implican una comprensión profunda de los valores humanos, la cultura, la historia y la ética, requieren la capacidad de tomar decisiones en función de estos valores. Aunque las inteligencias artificiales pueden ser programadas para seguir ciertas reglas éticas o tomar decisiones basadas en patrones, no tienen la capacidad de comprender el significado profundo de los valores humanos o de tomar decisiones éticas complejas basadas en la comprensión del contexto social y cultural. En resumen, aunque las inteligencias artificiales pueden realizar cálculos y tomar decisiones basadas en patrones y reglas, no tienen la capacidad de hacer valoraciones morales en el sentido humano de la palabra” (El subrayado es mío).

En el caso de los jueces, es casi unánime la idea de que no pasarán muchas generaciones sin que la justicia sea administrada por robots. Leo a Oppenheimer: “Ben Barton profesor de la Escuela de Derecho de la Universidad de Tennessee y autor del libro El vaso medio lleno referente al futuro de los abogados pronostica que la plataforma Modria.com remplazará cada vez más a abogados y jueces, y no solo porque ofrece servicios más económicos. Otro motivo es que las cortes en todo el mundo no se dan abasto con los casos pendientes y cada vez menos empresas están dispuestas a esperar meses y años para la solución de sus disputas”. A esto añado que los sistemas inteligentes  pueden hacer subsunciones de hechos en los supuestos de las normas  y ofrecen más garantías de independencia e imparcialidad, ya que es muy difícil que se aparten del “compromiso” con el derecho y la verdad. Sobre esto recibí la noticia de que científicos chinos crearon una inteligencia artificial, que puede presentar acusaciones con una precisión del 97 %. Analizaré este asunto en un próximo artículo con mayores detalles

Hay que dejar de lado el optimismo ingenuo y reconocer que la inteligencia artificial va a  reducir seriamente el trabajo humano; se estima a no muy largo plazo en un 47% más o menos.  Esto nos conducirá a un futuro donde los “derechos humanos” se convertirán en frágiles aspiraciones, porque en un mundo donde todos están en riesgo, que de la noche a la mañana le digan que ya no es útil,  y le pase lo mismo que a Cipriano Algor en la Caverna de Saramago, no me venga con cuentos de Hadas sobre la dignidad humana.