jueves, 30 de abril de 2020

Pandemia e injusticia digital


Esta semana me tocó comenzar a dictar clases a distancia. Acepto que es una necesidad para resolver el problema de comunicación que tenemos en tiempos de pandemia, donde el contacto humano ha quedado muy limitado al extremo de que casi está prohibido. Casualmente en mi primera experiencia a distancia, tenía que hablar de la justicia como valor humano y social, destacando, como dicen la mayor parte de la intelectualidad filosófica, que solo las acciones humanas pueden ser calificadas como justas o injustas. Pero en medio de esa experiencia virtual, algunos oyentes o participantes, decían que no se escuchaba, otros, por otra vía se quejaba de las dificultades de comunicación. Y por los comentarios que hice después de esa experiencia, un amigo me envió por WathsApp la imagen que adjunto, donde un muchacho desde un lugar alejado de la ciudad le dice a un profesor que “allí no se oye”. La escena da a entender lo que denuncia la tesis de la brecha digital, destacando que hay gente que esta excluida del progreso y muy especialmente de este “mundo virtual”

Es indiscutible que el coronavirus ha acentuado las diferencias sociales, e inclusive, las tradicionales injusticias, especialmente las tecnológicas. Y no se trata de que llegue o no llegue la señal del internet, hay mucho más, hay personas que siempre han estado totalmente excluidos del progreso y ahora pueden convertirse en victimas del “analfabetismo o el alejamiento tecnológico”. En medio de estas tertulias, que no se pueden llamar debates, se dice que “el que no se monte en la nueva realidad está fuera del mundo” Y aquí es donde disiento, porque independientemente de la habilidad o torpeza tecnológica, estamos hablando de seres humanos, que tienen todo el derecho a ser tomados en cuenta, y buscar la manera de atender sus necesidades, sensibilizándose con ellos, igual como se hace con los sectores tradicionalmente desfavorecidos 

Estamos claros que nos enfrentamos a una nueva realidad, y tenemos que apelar a los recursos que nos ofrece el sistema de video conferencias para hacer que la educación llegue a todos. Pero, qué cosas, nada es perfecto, no se puede llegar a todos.  Siempre aparece la cara oscura de la injusticia. Y terminé la clase pensando que, además de la conducta humana puede haber otra cosas que produzcan terribles injusticias.