martes, 5 de junio de 2012

Participación sin riesgo: un fracaso social

El Presidente de la República anunció que va a impulsar la reforma del Código Orgánico Procesal Penal para acelerar los juicios y acabar con el retardo procesal, que es uno de los grandes traumas de la justicia venezolana. Entre los cambios que propone, el que ha producido más ruido es la eliminación de los escabinos, que son personas de la comunidad, escogidas por sorteo para integrar el tribunal junto con el juez y dictar sentencia: los escabinos son los jueces del pueblo. Esta decisión -en caso de que se produzca- se va a convertir en uno de los fracasos más grandes de la sociedad civil venezolana; seguidamente expondré las razones de tan drástica afirmación.

Las tendencias más avanzadas del derecho procesal penal establecen la participación del pueblo en la administración de justicia. Por esta razón, hace varios años se sustituyó el viejo y anticuado sistema del Código de Enjuiciamiento Criminal, por el moderno y vigente COPP. En esta nueva y avanzada legislación aparece la figura de los escabinos, que como dije anteriormente son personas del pueblo que junto con el juez deben administrar justicia. Pero, ¿qué ocurrió? que el avance alcanzado con las nuevas normas no surtió los efectos esperados, porque ha sido muy difícil que los ciudadanos seleccionados para ocupar tan honrosos cargos, los acepten y cumplan con su deber; la principal razón de este rechazo es que, la mayoría de los elegidos considera que es un riesgo que no están obligados a asumir.

No se debe generalizar, pero en más de una oportunidad, he tenido noticias de personas seleccionadas para participar en asuntos públicos de importancia, que tratan de evadir a toda costa su obligación, aduciendo los argumentos más banales que puedan imaginarse. Y no es solo el caso de los escabinos: ¿Cuánto cuesta conseguir que un testigo declare para ayudar a la búsqueda de la verdad, o que un experto colabore con un dictamen necesario para decidir un juicio complicado? Mucho, y así, a veces la justicia no se administran adecuadamente, por la actitud temerosa de ciudadanos que se niegan a participar si su pellejo puede correr algún riesgo.

Por eso, cuando acudo a esos foros en que se reclama más participación para un mayor crecimiento social, me acuerdo del caso específico de la justicia, y no puedo negar que me invade la idea de que somos muy hipócritas: idealistas cuando opinamos de los asuntos ajenos, pero prácticos y calculadores cuando pueden estar en riesgo nuestros intereses personales. Preferimos ver los toros desde la barrera.

Si se eliminan los escabinos por las razones que en este escrito expongo, hay que dejarse de eufemismos y decir que la justicia le quedó grande al pueblo. Y aquí la culpa no se les puede echar ni a los jueces, ni a los abogados, ni al gobierno…; la culpa la tenemos nosotros: la “sociedad civil”. Y muy especialmente los que por temor o interés, no cumplieron con su deber en el momento oportuno.

Se ha dicho que es imposible ser un buen ciudadano si no se participa en los asuntos públicos; yo añado que es imposible ser un buen ciudadano si no se asumen los riesgos que acarrea la participación. En un artículo anterior comenté que unos de mis profesores de pregrado decía: “A la frase de José María Vargas El mundo es del hombre justo, hay que añadirle la palabra, valiente, porque es muy difícil ser justo si no se es valiente”. Por otro lado, decía Hélder Cámara -palabras más, palabras menos- que no hay nada más peligroso que esa honestidad silenciosa que no dice nada, ni se compromete a nada, ni arriesga nada.

No hay comentarios:

Publicar un comentario