domingo, 19 de marzo de 2023

La maldición del queso "rayao"


    Creo que el autor de la tesis es el amigo Rómulo Dalí, abogado y filósofo de la cotidianidad en la ciudad de San Félix: sostiene que en tiempos en que los multivitamínicos  potencian las facultades físicas de los seres humanos, nosotros seguimos disfrutando de las deliciosas arepas con queso blanco "rayao", que quitan el hambre, pero no alimentan. Así, cuando en la historia del deporte venezolano, un destacado nadador pierde en la última brazada, la medalla de oro, dice la voz popular: “le pegó el queso rayao”, lo mismo pasa cuando la Vinotinto juega “como nunca y pierde como siempre”  por incomprensibles infortunios futbolísticos. Y se pueden citar numerosas anécdotas, a las que hay que sumar la de anoche en el clásico mundial de béisbol, cuando llegamos ganando a la orilla de la ilusión, pero un solo lanzamiento equivocado frustró la esperanza de todo un país.
    Un profesor de Filosofía no puede creer en “pavas” o “maldiciones” pero a veces  hay que aceptar que, lo que se conoce popularmente como “mala leche” existe, y prueba de ello es el fatídico octavo inning  del juego de Venezuela contra Estados Unidos. El equipo lucía invencible: jonrones descomunales,  pitcheo dominador,  y un ambiente festivo en las gradas, donde la alegría de la fanaticada criolla opacaba a la de los adversarios; de repente sin hacer gran cosa el equipo norteamericano colocó tres corredores en circulación; base por bolas, un elevadito que cayó detrás de segunda y un pelotazo; así la escena quedó servida para que, teniendo  el pitcher al bateador en cuenta de dos strike sin bolas, le lanzara una recta que fue a parar al segundo piso de las tribunas del left filder. Entonces, las esperanzas se esfumaron dejando mucha tristeza y desilusión
    Cada vez que estas cosas ocurren y nos invade la frustración, recuerdo al desaparecido filósofo Juan Nuño, que en su libro La veneración de las astucias, decía – palabras más palabras menos- que  "los fanáticos de los equipos derrotados, no pierden absolutamente nada, solo ilusiones que son esperanzas sin fundamento real." Lo que digo como consuelo a mis entristecidos familiares y amigos, es que ante estas tragedias deportivas tengo cierta ventaja, porque soy fanático del equipo más “salao” de la pelota venezolana: los Tiburones de la Guaira,  donde la derrota no es una tragedia irremediable, porque la alegría de la samba es imbatible.  Como dice el mexicano Juan Villoro refiriéndose a la selección mexicana de futbol que: “para prepararse contra la adversidad hay que hacerse fanático de un equipo perdedor”; pase lo que pase siempre hay motivos para ver la vida con optimismo. En este sentido, volviendo al juego de ayer, los jugadores  regalaron alegrías y emociones a sus compatriotas  y, sobre todo, los unieron en torno de una sola pasión, que en definitiva es lo importante. 
    De momento,  seguiré desayunando mi arepa con queso rayao, porque el placer que produce es real y la maldición antes descrita una superstición fantasiosa
    

   




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