miércoles, 12 de enero de 2011

Esclavos de las ideologías


Anthony de Mello, conocido  sacerdote, autor de varios libros, cursos y conferencias sobre ejercicios espirituales, en su libro Autoliberación Interior, hace un interesante análisis sobre el efecto nocivo de las ideologías en el ser humano. En el capítulo primero de la citada obra dice: “El que piensa como marxista , no piensa; el que piensa como, budista no piensa; el que piensa como musulmán, no piensa… y el que piensa como católico tampoco piensa. Ellos son pensados por su ideología. Tu eres esclavo en tanto y en cuanto no puedes pensar por encima de tu ideología”. Una lectura apresurada y superficial puede llevar a la conclusión de que el autor sostiene que las ideologías son malas; no es así: lo que cuestiona es el fanatismo ideológico, que convierte a la ideología en una especie de dogma que no acepta someterse a la crítica razonable.
Trasladando la idea anterior al momento político que vivimos, podemos concluir que en muchos casos se pretende imponer una ideología que esclaviza, porque no acepta el pensamiento crítico y quiere  convertirse en verdad única e incuestionable. Hay que reconocer que existen personas que están convencidas racionalmente de la postura ideológica que sostienen;  esto debe ser respetado: de eso se trata, de ser auténtico, de actuar de acuerdo con lo que internamente se cree. Pero lamentablemente la mayoría no piensa así.  Vivimos en medio de una intolerancia ideológica que no acepta las diferencias,  e inclusive, sataniza a quienes simplemente promueven la libertad de pensamiento. Escuchando el debate sobre la denominada “ley sobre el salto de talanquera”  recuerdo una canción de Rubén Blades que dice “prohibieron la inteligencia con un decreto especial… si tu no usas la cabeza otro por ti la va a usar… y prohibieron la conciencia al prohibirnos el pensar”.
Hay que destacar que la postmodernidad -entre otras cosas- fue una actitud de desilusión y frustración ante el fracaso de las propuestas ideológicas tradicionales, tanto de izquierda como de derecha. El hombre contemporáneo debe superar esos esquemas y tener la sapiencia suficiente para apreciar y aprovechar lo bueno de cada ideología, sin arrodillarse ante ella. En eso radica la verdadera sabiduría, tal y como lo decía Helder Cámara: “Especialízate en el arte de descubrir  en todas y cada una de las criaturas el lado bueno con que cuentan: No hay nadie que solo sea maldad. Especialízate en el arte de descubrir en todas y cada una de las ideologías el fondo de verdad que guardan en su seno: la inteligencia es incapaz de adherirse a un error absoluto.”. Al  reflexionar sobre estas ideas, y ver el triste espectáculo de la instalación de la Asamblea Nacional, tenemos que estar muy preocuparnos,  porque  como ciudadanos de este gran país que se llama Venezuela, observamos que los dirigentes políticos están totalmente extraviados y  alejados de la realidad.  Pareciera que como dice la cita de Anthony de Mello “No son capaces de pensar por encima de su ideología”. jblanco@ucan.edu.ve

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