martes, 21 de junio de 2011

El abogado del Siglo XXI


El 23 de junio se celebra el Día Nacional del Abogado. Se escoge esta fecha, porque coincide con el natalicio de Cristóbal Mendoza, ilustre abogado de destacada trayectoria en tiempos de la independencia. La fecha siempre se presta para la reflexión sobre el rol del abogado en la sociedad,  y en las circunstancias actuales es obligatorio dedicarle algunas líneas a la situación del ejercicio de la abogacía.
La polémica siempre ha rodeado la actividad del abogado, porque la controversia jurídica y la administración de justicia siempre han sido polémicas. Pero además de los viejos y conocidos problemas  de la profesión, el abogado de hoy se enfrenta nuevos desafíos, de los cuales solo destacaré brevemente dos: lidiar con el hombre del siglo XXI y lograr una formación integral.
El hombre del siglo XXI es un ser globalizado. El progreso tecnológico le permite estar conectado permanentemente con el mundo, e informado de todo lo que sucede independientemente del tiempo o la distancia; igualmente puede estar actualizado en lo que se refiere a los avances del conocimiento o desarrollo de  las ciencias. Mientras que el hombre de antaño acudía ante un profesional para conocer sus problemas y que le recetara el remedio, hoy no ocurre lo mismo. Cualquier hijo de vecino, cuando  tiene un problema, lo primero que hace es investigar en internet, luego va ante profesional,  y cuando este  le da su opinión, la  verifica en “Google”  para estar seguro de que es correcta. ¿Qué quiero destacar con esto? Que el profesional de hoy no puede limitarse a trasmitir información, porque gran parte de la información está en la “red”. En el caso del abogado, poco aporta a su cliente si solo se limita a informar sobre  la existencia de leyes o jurisprudencias. En la actualidad, el abogado tiene que dedicarse más a interpretar y a argumentar que a informar. Lo voy a decir metafóricamente: una hermosa melodía puede estar perfectamente escrita en una partitura  y allí todos la pueden conocer,  pero no todos la van a interpretar de la misma manera. En conclusión: el abogado del siglo XXI tiene que especializarse el arte de la interpretación y la argumentación jurídica,  de lo contrario naufragará en el mar de la globalización.
Por otro lado, la dinámica social exige una formación jurídica integral, que consiste  cultivar todas  dimensiones del derecho: normas, hechos y valores. Me explico: las reglas de conducta que están las leyes, la forma como vive la gente y los valores que sustenta ordenamiento jurídico - social. El abogado integral debe dominar a la perfección el arte de la interpretación y argumentación jurídica, tal y como lo señalé en el párrafo anterior, pero además debe estar enterado de los problemas de la sociedad y comprometido con su solución, y por último, su comportamiento debe estar ajustado a los valores superiores de justicia: es muy difícil ser un buen abogado si no se es una persona honesta. En la formación del nuevo abogado las universidades tienen un reto gigantesco, porque  el viejo esquema de enseñanza ha caducado; hay que formar abogados integrales y no simplemente licenciados en leyes.
Celebramos pues el Día  Nacional del Abogado,  hay preocupación por la situación de la profesión;  pero esta  no puede ser solo la preocupación de un gremio. Del mismo modo que la sociedad debe preocuparse por lo que hacen sus gobernantes al dirigir el país, los ingenieros cuando construyen edificios o los pilotos cuando manejan los aviones, también se tiene que preocupar por el trabajo de los abogados,  porque la esencia de ese oficio  es el  acto de “ingeniería social” más importante que puede existir: la construcción de una sociedad justa. Y en esto todos tenemos que estar comprometidos, no solo los abogados. jblanco@ucab.edu

3 comentarios:

  1. La ética profesional del abogado son las obligaciones y deberes que rigen la práctica de su profesión. De esta manera se garantiza la máxima protección a cada cliente.

    Así un código deontológico obligará al profesional jurídico de manera positiva a cumplir con ciertas obligaciones. De ahí la importancia de la ética profesional de los mejores abogados

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