La noticia que acaparó la atención nacional e internacional la semana pasada fue la salud del presidente de Venezuela. Después de varios de días de silencio e incertidumbre el presidente se presentó ante el país y confirmó lo que decían los rumores: tiene cáncer. Pero como no aclaró la gravedad de la enfermedad, se desencadenó inmediatamente una ola de comentarios, análisis y especulaciones médicas y políticas.
Lo que ha ocurrido con la enfermedad del presidente es digno de análisis para la historia. En primer lugar, la forma como se le ocultó al país todo lo referente al padecimiento del jefe de Estado demuestra la falta de respeto que tienen los dirigentes hacia los ciudadanos; la convocatoria que hacen, hasta los que no creen en Dios, a orar por el presidente, revela la forma como se manipulan los sentimientos populares; y por último, los discursos de los últimos días, donde se aprecia que detrás de una dudosa innovación a la sensibilidad humana, lo que hay realmente es la preocupación por el control y ejercicio del poder, nos dan una idea clara de la estatura humanística de la política nacional.
Ahora bien ¿Cuál es el estado de salud de Hugo Chávez? Vicente Madoz, en su libro Los miedos del hombre moderno, hace un análisis interesante de lo que es la enfermedad desde el punto de vista humano. Dice que la enfermedad no es solo un proceso biológico, es un hecho que modifica la existencia del ser humano; es algo que tiene que ver más con el modo de estar en la vida que con las condiciones del cuerpo. El enfermar puede ser considerado como dejar de vivir libremente y abandonar la capacidad de la existencia plena. Por lo tanto es un error distinguir entre la enfermedad física y la enfermedad psíquica. Somos una unidad y cuando nuestra existencia se resquebraja lo hace en su totalidad. ¿Qué quiero decir con todo esto? Que es muy importante ver como el presidente va vivir su enfermedad.
Continua Vicente Madoz diciendo que, la enfermedad es un modo anómalo de vivir personal, que solo es comprensible para el propio enfermo. En ocasiones se convierte en algo desastroso y aniquilador y en otras se trasforma en una opción de vida. Ignacio de Loyola, Beethoven o Bécquer crecieron desde la enfermedad, porque ésta les ayudo a comprender mejor su existencia. Hoy, lo peor que se le pueden decir a una persona es que tiene cáncer; sin embargo, Lance Armstrong después de sufrir y superar un cáncer gravísimo ganó siete veces el Tour de Francia y cuando le preguntaron, qué desearía si volviera nacer dijo “volver a tener cáncer”, porque para él la enfermedad fue lo que le cambió positivamente la vida.
Al presidente se le presenta la gran prueba de su existencia. No una batalla, sino la oportunidad de redescubrir el verdadero sentido de su vida. Puede quedar aprisionado en el miedo a morir y ser destruido por la enfermedad, pero también puede trascender hacia metas más ambiciosas. Tal vez sea el momento de entender con claridad lo que puede hacer con el poder para ayudar a su país. Porque un país no puede vivir dividido y en conflicto permanente, hay que buscar el camino de la reconciliación, para que con la ayuda de todos se puedan superar los males sociales y alcanzar la patria buena que tanto se pregona. El presidente está en una encrucijada, creo que el destino le ha dado una nueva oportunidad, ojalá que Dios le ayude a escoger el camino acertado. Jblanco @ucab.edu.ve; twitter @zaqueoo
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