miércoles, 18 de enero de 2012

Personajes ejemplares



Epicteto, famoso filósofo estoico que nació esclavo en el año 55 d.C, decía que, una de las mejores maneras de elevar el carácter consiste en encontrar personajes ejemplares que valga la pena emular: “Todos llevamos dentro las semillas de la grandeza pero necesitamos una imagen como punto de referencia que pueda hacerla brotar”

En este inicio de año, si tomamos por bueno el consejo de Epicteto,  tendríamos que identificar a esos personajes que nos pueden “potenciar” como personas. La cosa no es difícil, en las bibliotecas tradicionales o en la “red”, sobran las bibliografías de grandes hombres que se han convertido en incuestionables ejemplos para la posteridad. Pero no es necesario consultar esas fuentes, porque  a nuestro lado hay muchas personas que han llevado una vida que perfectamente puede servir de modelo. Voy a referirme a dos casos concretos; dos sacerdotes: Ricardo Benedetti y Santiago Ollaquindia.

A Ricardo Benedetti no lo conocí personalmente. Me enteré después de su muerte que era párroco de Tumermo, pero su sacrificio en la tragedia del Aponwuao, siempre me ha  impresionado.  En compañía de la maestra Cruz Basanta  y sus seis hijos, tripulaba una canoa por el rio Aponwuao, para observar  la impresionante cascada  del mismo nombre que se ha convertido en un destino turístico obligatorio. Cuando regresaban, el motor de la embarcación falló y la corriente  la arrastró hacia la gigantesca catarata. Ante el peligro inminente, todos se lanzaron al agua y nadaron hacia la orilla; todos, menos el padre Benedetti, la maestra y el indígena que  operaba el motor; la razón: los niños no sabían nadar y no  podían abandonar la curiara. Antonio López Ortega, en la página web, wwwcomunidadandina, narra el episodio de manera impactante “Carlos le pide entonces al párroco que salte, que salve su vida, pero Benedetti ya ha  juntado sus palmas a modo de plegaria para encomendarse al Supremo.“No nadan –alcanza a balbucear–; los niños no nadan. Salte usted que mi salvación está con ellos”. Al día siguiente los periódicos reflejaron el hecho como una lamentable tragedia, pero la grandeza del sacrificio humano no ha sido sufrientemente destacada. Hoy, que tanto se pregona el valor de la solidaridad y el compromiso con los que sufren, es bueno recordar el ejemplo de estas personas que, no abandonaron a quienes estaban condenados a morir y compartieron su trágico destino.

Con el padre Santiago Ollaquindia tuve una relación más cercana. Fue mi maestro en bachillerato, brillante director del Cine Foro del Loyola y últimamente párroco de Nuestra señora de Cormoto en los Olivos. Una persona que,  además un carácter fuerte, tenía el don de la palabra, que siempre destacaba en sus clases y homilías. Pero con el tiempo se vio afectado por  una penosa enfermedad que mermaba considerablemente sus facultades físicas: comenzó a perder la vista, sus piernas se vieron seriamente afectadas y posteriormente tuvieron que amputárselas. A pesar de que su cuerpo no le respondía, su voluntad no se debilitó nunca y celebró misa hasta el último momento, sin atender a quienes le aconsejaban que se retirara a descansar. Asistí  una de sus últimas homilías  y creo que ni la pluma de Hemingway  hubiera podido crear una escena  donde se evidenciara  de tal forma la lucha de la voluntad  y la fortaleza del espíritu contra el deterioro del cuerpo y la debilidad humana:  no podía leer, casi no podía hablar, pero aun así celebró la misa. La semana pasada se le hizo un justo homenaje. En este tiempo que en que estamos tan acostumbrados a la comodidad y nos derrumbamos ante cualquier problema, el ejemplo de Ollaquindia nos recuerda esa vieja máxima: “No hay nada más poderoso –ni más grande-que una voluntad inquebrantable”.

Como dice la cita inicial, todos llevamos dentro  semillas de grandeza ¿Cuál es la que quieres hacer germinar? Si quieres crecer en solidaridad o fuerza de voluntad,  acércate a estos sencillos personajes que con su vida nos han dejado un gran ejemplo. twitter @zaqueoo

 


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