martes, 9 de octubre de 2012

Sentimientos electorales


Escribir este lunes a primera hora de la mañana, después de haber pasado más de 12 horas sentado en una mesa de votación, no permite hacer un análisis detallado del resultado de las elecciones. Revisando por encima los números que arroja el primer boletín oficial del CNE, pareciera que Chávez mantiene el apoyo de los sectores que lo han seguido tradicionalmente, y aunque la oposición ha crecido enormemente, no ha sido suficiente para vencer al Presidente en este proceso electoral. Pero no es el momento de hacer análisis políticos apresurados, hay que atender los sentimientos de la gente, y a eso me quiero referir. No es verdad que para todos los venezolanos las elecciones han sido una fiesta, todo lo contrario, para muchos han sido un evento de angustia e inquietud, antes y después: antes por miedo a lo que podía pasar, y después, porque creen que el mundo se les ha acabado.

Como miembro de mesa, pude apreciar lo sentimientos de las personas al votar: unos alegres, otros enojados por la incomodidad y el retraso, y otros con mucha angustia. Muchas personas se persignaban al depositar el voto, algunas señoras mayores casi lloraban de emoción, e inclusive, un votante que dijo tener más de 90 años de edad, manifestó que venía a su última elección con la esperanza de que el futuro del país sea mejor. En otros lugares las elecciones no se viven de esta manera; el día del sufragio no altera la rutina: la gente sale a la calle a cumplir labores de trabajo o actividades de esparcimiento y de paso va a votar; no tienen esos temores que embargan a muchos venezolanos. Esto, que puede parecer normal en medio de la realidad política nacional, es algo que debe rechazar todo ciudadano que crea en la convivencia democrática.

Gracias a Dios que no se presentaron los escenarios violentos que muchos pronosticaban. Pero en este momento en que la mayoría decidió que el presidente Chávez debe continuar gobernando el país, hay que recordarle que quien gana una elección recibe un mandato para gobernar y servir a todos los ciudadanos, simpatizantes y opositores. Una cosa es ganar elecciones y otra gobernar un país. Los buenos gobernantes están comprometidos con todos los ciudadanos y deben especializarse en el arte de tender puentes a sus adversarios políticos. Ojalá que el Presidente sepa leer la realidad nacional y escuche la voz del pueblo, sobre todo la de esa multitud opositora. Porque como decían la gente en la cola, “todos somos venezolanos”.

Se abre una nueva etapa. El gobierno no tiene una tarea fácil por delante, hay muchos problemas que atender, que no se resuelven con la política que hoy se practica en nuestro país. Desde hace días vengo repitiendo que en este momento Venezuela necesita políticos puros que, según Ortega y Gasset deben tener las siguientes virtudes: “inteligencia natural, coraje, serenidad, garra, astucia, resistencia, elevada estatura moral y capacidad de conciliar lo inconciliable”; y yo añadiría que, además, entiendan que hacer política es servir a todos los ciudadanos y no limitarse a conquistar el poder.

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