martes, 9 de julio de 2013

Ciudad Guayana, el milagro de los rios

Cuando el historiador Heródoto recorrió Egipto en el año V antes de Cristo, dijo que esa región era un don del Nilo. Inclusive, algunos historiadores posteriores sostienen que para los antiguos egipcios el rio Nilo decidía la vida y la muerte: era un verdadero milagro. De igual forma la historia de muchas ciudades está estrechamente ligada a sus ríos. En este mismo orden de ideas, hoy 2 de julio, fecha escogida oficialmente para celebrar la fundación de Ciudad Guayana, podríamos decir que debe su existencia al soberbio Orinoco y al caudaloso Caroní.

He observado con agrado que en los últimos años se ha despertado un gran interés por contar la historia de la ciudad. Las anécdotas de sus fundadores, las crónicas populares o los enjundiosos estudios realizados por los historiadores, han hecho que la historia regional cobre importancia. Pero además de los actos producidos por la voluntad de los hombres, hay tres hechos naturales sin los cuales no hubiera nacido Ciudad Guayana: la riqueza minera del cerro La Parida (hoy cerro Bolívar), la presencia del Orinoco como opción de navegación hacia el mar y el potencial hidroeléctrico del río Caroní.

Hay un acontecimiento en nuestra historia que no se le está dando la importancia que merece. Cuando se estudió la forma de sacar el hierro desde el cerro Bolívar hacia el exterior, se analizaron dos posibilidades: construir una vía férrea desde el cerro hacia el puerto de Guanta en Anzoátegui y desde allí embarcar el mineral, o construir un puerto en la desembocadura del Caroní en el Orinoco y sacarlo por el río hacia el mar. Si se hubiera optado por la primera opción hoy Ciudad Guayana no existiría, pero como se escogió la segunda, estamos contando su historia. En este sentido coincido con quienes sostienen que, en una galería de personajes célebres de la región no debe faltar el nombre de Luis Felipe Lloverá Páez, porque independientemente de la posición política que ocupó, fue factor importante en esta decisión.

Posteriormente vino el descubrimiento y explotación del potencial hidroeléctrico del Caroní, factor importante en el desarrollo de la región. Y de allí en adelante, la historia está estrechamente ligada a esos dos grandes ríos que son parte inseparable de la ciudad. No sé si es una exageración decir que Ciudad Guayana es un milagro de sus ríos, pero sin ellos no existiría.

El cumpleaños de la ciudad llega en un momento difícil. De todos es conocida la magnitud de la crisis; hay optimismo y pesimismo pero este último sentimiento se está generalizando rápidamente y muchas personas creen que aquí no hay salida ni esperanza. Es increíble que el absurdo humano haya desperdiciado en poco tiempo la riqueza que la naturaleza ofrece generosamente. Pero los ríos siempre están allí, con su corriente y sus ciclos, indicándonos que en la vida siempre hay nuevas oportunidades. Desde Heráclito hasta Herman Hesse, los ríos han servido de inspiración y reflexión; este último, en la novela Siddharta dice: “El río me enseñó a escuchar, me enseñó que nada permanece igual. Que todo se trasforma y todo regresa. El río está en todas partes, en su origen, en su desembocadura, en los rápidos en el mar. Para él solo existe el presente sin la menor sombra de pasado o de futuro… El río es el mejor maestro… hay que dejar de buscar y preocuparse, para aprender a ayudar y amar”.

Para superar las dificultades hay que tener fe en el trabajo y en la voluntad creadora del hombre, sin desaprovechar las ventajas que nos brinda la naturaleza, especialmente el poder milagroso de los ríos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario