A veces “hacer cola” tiene su lado positivo, porque nos permite compartir o escuchar las anécdotas que sobre lo divino o lo humano cuentan los conciudadanos. Estando en el supermercado, en la cola de la charcutería, escuché una amena conversación entre dos amigas:
-Manita cómo te encuentras,
-Aquí vamos “llevandola”;
-Mira, y qué es de la vida de Pedro;
-Tengo tiempo que no lo veo;
-¿Cómo va a ser? si antes no salía de tu casa
-Sí, pero ahora le va ¡buenísimo!
Qué ironía; esto hacer recordar a Eurípides, que decía: “A quien Dios les da bienes, no necesita amigos”. Dura sentencia, que cobrar vigor en este tiempo, en que el valor de la amistad parece que es algo relativo, de acuerdo al interés que pueda tener la relación con “el pana”
En efecto, la amistad, el hermoso sentimiento elogiado por Aristóteles, Cicerón, Séneca o San Pablo, y que indiscutiblemente ha sido motivo de alegría para la vida del hombre, ha entrado en crisis. Hoy, está siendo sustituido por una concepción pragmática del afecto, que solo ve en los amigos la utilidad material que pueden producir; más que amistad lo que se busca es el favor de las relaciones. Un ejemplo de esta idea de la “rentabilidad de la amistad” se manifiesta claramente en algunos libros o cursos de auto ayuda, que instruyen sobre “Como hacer amigos para tener éxito en los negocios” Así las cosas, la amistad en este tiempo está permanentemente amenazada por: el interés económico, la pasión política, el individualismo posesivo, e inclusive por el fanatismo deportivo. La fraseología popular, salpicada de cierto humor, se ha encargado de dibujar esta manera de ver los sentimientos “Si bien me quieres, bien te quiero, pero no me toques el dinero”
En la vida social del hombre actual, muchas veces se confunde lo que se llama, “alternar o socializar”, con lo que significa realmente la amistad, que no es otra cosa que el cariño incondicional hacia una persona. Si queremos ver un ejemplo de la verdadera amistad, busquemos en la Biblia la historia de Noemí y su nuera Rut. Cuando Noemí, envejecida y asediada por la desgracia, le dice a Rut que se vaya a buscar una mejor vida con su familia, ésta le replica: “No me obligues a dejarte yéndome lejos de ti, pues donde tú vayas iré yo; donde tú vivas, viviré yo; tu pueblo será mi pueblo y tu Dios será mi Dios; donde tú mueras allí quiero morir y ser enterrada yo; Que el señor me castigue como es debido si no es la muerte la que nos separe.” ¡Qué diferencia con las amistades de hoy!
En conclusión ¿Cómo valorar la amistad en nuestro tiempo? Pareciera que es más frágil que las hojas secas que fácilmente son arrastradas por el viento. El lamento de la señora del Supermercado que se siente olvidada por el amigo afortunado se repite constantemente, al igual que el de otras personas, dolidas por el maltrato que reciben de quienes creían que eran sus amigos. Muchos le echan la culpa al materialismo imperante en el mundo actual, e inclusive a las crisis económicas. Aunque pueda parecer ingenuo lo que voy a decir, creo que lo que está en crisis son las relaciones entre los conocidos y no las verdaderas amistades. Porque como dice San Pablo en su carta a los Corintios, la amistad (la verdadera) “Perdura a pesar de todo, lo cree todo, lo espera todo y lo soporta todo” jblanco@ucab.edu.ve
Ah un saludo profe, le saluda Angelo, debo decir que mientras leia su escrito no podia evitar evocar en mi mente, su manera de hablar, al punto que juraria que esto me lo dijo uste y no que lo lei.
ResponderEliminarMientras leia cada palabra evocaba sus entonaciones, gestos y particularidades, creo que le dan un tono especial a la lectura, que la diferencia de aquel que lo leen sin conocerlo. No conocia el Blog pero espero seguirlo.
Saludos y hace 1 año no hubiera entendio la mitad de las citaciones biblicas hoy es una cosa completamente diferente.