El pasado miércoles en horas de la tarde se vivía un ambiente extraño en la ciudad: a la hora del tráfico por el desplazamiento de la gente que se dirige al trabajo, parecía más bien un domingo; el cajero de la farmacia casi no atendía porque estaba pendiente del televisor; en el estacionamiento de la Universidad sobraban los puestos; en las clases o reuniones abundaban los rostros serios que miraban de reojo el celular y extrañamente, persona puntuales y responsables no acudieron a sus labores habituales. ¿Qué pasaba? Que el Real Madrid y el Barcelona jugaban la primera semifinal de la UEFA Champions League. Una profesora molesta por lo narrado dijo: “¿Cómo es posible que la ciudad esté casi paralizada por un juego de dos equipos que ni siquiera son venezolanos? Le contestó un estudiante: “Profe, usted no entiende, eso es mucho más que un juego”
Tiene razón el estudiante, el espectáculo deportivo es algo de tal magnitud, que inclusive ha llamado la atención a ilustres pensadores. Juan Nuño, en su ensayo La teoría de los juegos hace toda una reflexión sobre lo que a su juicio es el significado real de los juegos:
(i)El juego es una falsedad: no hay juego sin público. El verdadero público en realidad jamás va a ver jugar, sino que va a ver ganar a su equipo y, en ocasiones, ni siquiera eso: va a ver perder al otro equipo.
(ii) En el juego se pierde la identidad: El participante sufre una trasmutación de su personalidad tan pronto ingresa al lugar sagrado de la ceremonia deportiva. Se despoja de su alma individual (abogado, médico, obrero etc.) para adquirir la identidad común del fanático, miembro de una ceremonia especial, que se manifiesta en un comportamiento masificado.
(iii) La emoción angustiosa del fútbol: El partido de fútbol es más angustioso y dramático que cualquier otro juego, porque el tiempo corre paralelo a la existencia humana, (no se detiene); cada vez que un acto se mide con el tiempo real, se hace presente la fatalidad. La angustia por el fin del partido y el resultado es algo que se mantiene intensamente durante todo el juego.
Por otro lado el escritor catalán Manuel Vásquez Montalbán, quien fue un barcelonista furibundo, decía que “el fútbol es una nueva religión laica organizada para beneficio de las multinacionales y las televisiones. Ni siquiera Ronaldo es un jugador de fútbol real sino un diseño de la FIFA y de las multinacionales de prendas deportivas. Los dirigentes los fichan para satisfacer el afán consumista de las masas”
Javier Marías, madridista confeso, dice que, en la rivalidad entre el Madrid y Barcelona lo que hay en el fondo es un sentimiento de necesidad recíproca: ¿qué sería de uno si no existiera el otro? Qué sería del Barcelona limitándose a jugar una liga catalana, o de un Madrid limitado a encuentros locales de su provincia: nada. Lo importantes son las angustia ante el ataque del odiado adversario o las satisfacciones ante la conquista del favorito. Por eso, para que continúen las emociones: “Larga vida al Barca”
Esto es solo una pequeña muestra de la sociología del fútbol. Debemos reconocer es que es un fenómeno que impacta fuertemente la conducta humana y que muchas veces se nos escapa de las manos. No se trata de un simple juego. Parafraseando al citado Juan Nuño: Todo juego es más que un juego; es una imitación del otro juego que nos toca jugar sin apelación: la vida. Solo que este, el de verdad, es trágico por lo que observaba Beckett: “No hay juego de vuelta entre el hombre y su destino” Así de trágico, así de cierto, pero de todas formas, esta tarde es el partido de vuelta entre Barcelona y Real Madrid. Jblanco @ucab.edu .ve
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