sábado, 24 de septiembre de 2011

Conversaciones sobre la propiedad



Mientras que en las facultades de Derecho y en los círculos políticos  se desarrolla un debate sobre el destino de la propiedad en Venezuela, los ciudadanos de a pie también participan en esta discusión;  pero no lo hacen fijando posición sobre las tesis marxistas o capitalistas,  no: Más allá de lo que les quiera inculcar  el adoctrinamiento político o las campañas mediáticas, en privado,  la gente dice realmente lo que siente. Por compromisos laborales  tuve que viajar al estado Falcón y a Caracas y  en esa conversaciones que de manera espontanea surgen en las largas esperas  del aeropuerto o en los traslados de los taxis,  tuve la oportunidad  de apreciar el sentir del ciudadano común sobre  el derecho a la propiedad

 Lo primero que hay que reconocer para ser realista,  es que el hombre valora de manera especial “lo suyo”  y no hace lo mismo con lo que no le pertenece.  El amor por la propiedad  privada es indiscutible y  todo intento por disminuirla o acabarla se va a encontrar en serias dificultades. A una persona que perdió su casa en el deslave de Vargas el gobierno le adjudicó otra vivienda, pero no le dio título de propiedad.  La casa no está terminada  y además  necesita algunos trabajos adicionales para su acondicionamiento definitivo, pero su adjudicatario no quiere hacer ninguna inversión hasta que no se la “pongan a su nombre”; su decisión es tajante: “Yo no  gasto ni medio a una broma que no sea mía”.

En segundo lugar hay que advertir que el tema de la propiedad es peligroso, porque para defenderla el hombre puede llegar a lo irracional. Una persona que leía la noticia de la aprobación inminente de la ley  de alquileres me dijo: “Yo tengo un apartamento alquilado; si cuando se venza el contrato el inquilino no se quiere salir los saco a golpes.  Me tendrán que matar para quitarme lo que es de mis hijos”

En tercer lugar es evidente que, por ahora lo común no cala igual que lo privado. Visitando un edificio que encontré bastante deteriorado, me dijo un compañero de ascensor que,  la cosa estaba mal porque la mayoría de los propietarios habían alquilado los apartamentos y  los inquilinos  no quieren pagar el condominio ni les importa el mantenimiento de las cosas comunes.  Esto mismo ocurre con el comportamiento de la ciudadanía en general que,  mantiene bien sus casas, pero ensucian las calles, se estaciona sobre las áreas verdes, destruye las plazas etc.

Es muy importante oír  esas voces de lo cotidiano que se expresan  persona a persona, sin miedos ni matices  políticos.  Parafraseando y resumiendo una canción de  Serrat: detrás de todo lo aparentemente importante que ocupa la primera plana de los medios de comunicación,  “Con su espina y su rosa,  detrás,  está la gente”. El gobierno está empeñado en cambiar la sociedad, sin tomar en cuenta como es la sociedad;  esto es un error que puede costar muy caro. Creo que hay que garantizarle al ciudadano el derecho a la propiedad privada,  que es producto de su trabajo  y por eso la aprecia tanto. Pero por otro, lado hay que enseñarles  que,  si bien sus  casas son hogares privados que todos debe respetar,  la ciudad es el hogar común que todos tienen que cuidar.

 Ahora que se puso de moda hacer servicio comunitario, creo que una buena forma de comenzar  a practicarlo individualmente,  es manteniendo  y conservando los espacios públicos de nuestro entorno. Hay personas que tienen impecable su jardín, pero totalmente  abandonada y sucia área verde que está frente a su casa. Es sencillo, vamos a demostrar nuestro aprecio por lo público empezando por ahí.  Si todos lo hicieran la ciudad cambiaría y estaríamos en presencia de una verdadera revolución. jblanco@ucab.edu.ve  twitter @Zaqueoo

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