Mientras que en las facultades de Derecho y
en los círculos políticos se desarrolla
un debate sobre el destino de la propiedad en Venezuela, los ciudadanos de a
pie también participan en esta discusión;
pero no lo hacen fijando posición sobre las tesis marxistas o
capitalistas, no: Más allá de lo que les
quiera inculcar el adoctrinamiento
político o las campañas mediáticas, en privado,
la gente dice realmente lo que siente. Por compromisos laborales tuve que viajar al estado Falcón y a Caracas
y en esa conversaciones que de manera
espontanea surgen en las largas esperas
del aeropuerto o en los traslados de los taxis, tuve la oportunidad de apreciar el sentir del ciudadano común
sobre el derecho a la propiedad
Lo
primero que hay que reconocer para ser realista, es que el hombre valora de manera especial
“lo suyo” y no hace lo mismo con lo que
no le pertenece. El amor por la
propiedad privada es indiscutible y todo intento por disminuirla o acabarla se va
a encontrar en serias dificultades. A una persona que perdió su casa en el
deslave de Vargas el gobierno le adjudicó otra vivienda, pero no le dio título
de propiedad. La casa no está
terminada y además necesita algunos trabajos adicionales para su
acondicionamiento definitivo, pero su adjudicatario no quiere hacer ninguna
inversión hasta que no se la “pongan a su nombre”; su decisión es tajante: “Yo
no gasto ni medio a una broma que no sea
mía”.
En segundo lugar hay que advertir que el
tema de la propiedad es peligroso, porque para defenderla el hombre puede
llegar a lo irracional. Una persona que leía la noticia de la aprobación
inminente de la ley de alquileres me
dijo: “Yo tengo un apartamento alquilado; si cuando se venza el contrato el
inquilino no se quiere salir los saco a golpes. Me tendrán que matar para quitarme lo que es
de mis hijos”
En tercer lugar es evidente que, por ahora
lo común no cala igual que lo privado. Visitando un edificio que encontré
bastante deteriorado, me dijo un compañero de ascensor que, la cosa estaba mal porque la mayoría de los
propietarios habían alquilado los apartamentos y los inquilinos
no quieren pagar el condominio ni les importa el mantenimiento de las
cosas comunes. Esto mismo ocurre con el
comportamiento de la ciudadanía en general que, mantiene bien sus casas, pero ensucian las
calles, se estaciona sobre las áreas verdes, destruye las plazas etc.
Es muy importante oír esas voces de lo cotidiano que se expresan persona a persona, sin miedos ni matices políticos. Parafraseando y resumiendo una canción de Serrat: detrás de todo lo aparentemente
importante que ocupa la primera plana
de los medios de comunicación, “Con su
espina y su rosa, detrás, está la gente”. El gobierno está empeñado en
cambiar la sociedad, sin tomar en cuenta como es la sociedad; esto es un error que puede costar muy caro.
Creo que hay que garantizarle al ciudadano el derecho a la propiedad
privada, que es producto de su trabajo y por eso la aprecia tanto. Pero por otro,
lado hay que enseñarles que, si bien sus casas son hogares privados que todos debe
respetar, la ciudad es el hogar común que
todos tienen que cuidar.
Ahora
que se puso de moda hacer servicio comunitario, creo que una buena forma de comenzar
a practicarlo individualmente, es manteniendo y conservando los espacios públicos de
nuestro entorno. Hay personas que tienen impecable su jardín, pero
totalmente abandonada y sucia área verde
que está frente a su casa. Es sencillo, vamos a demostrar nuestro aprecio por
lo público empezando por ahí. Si todos
lo hicieran la ciudad cambiaría y estaríamos en presencia de una verdadera
revolución. jblanco@ucab.edu.ve twitter @Zaqueoo
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