martes, 8 de noviembre de 2011

Lecturas eróticas


Debo comenzar pidiéndole disculpas al lector por engañarlo, ya que el título del artículo no guarda exacta relación con su contenido. No voy a referirme al amor sensual, sino al problema que le está causando al hombre de hoy el desinterés por la lectura. Por eso, consciente de que leer no es atractivo para muchos, menos lo es un artículo sobre la lectura, y a eso se debe la pequeña trampa del título, alusivo a lecturas aparentemente muy atractivas.
El desinterés por la lectura va mucho más allá de la apatía hacia el arte literario; no se trata de que cada día haya menos personas apasionadas por los libros, el problema es que el hombre de hoy no lee nada. En una tertulia donde se disertaba sobre la ética mundial, el conocido articulista de este medio Eliecer Calzadilla, destacó que, en muchas ocasiones, cuando a una persona se le entrega una hoja de papel que contiene un breve texto, en vez de leerlo, la reacción inmediata es doblarla y guardarla. Puedo dar fe  de que lo mismo ocurre en nuestras  universidades: la mayoría de los estudiantes no  lee los volantes, dípticos o trípticos que se entregan para informar sobre las actividades académicas, culturales o deportivas;  ni siquiera leen las carteleras y como consecuencia de eso no se enteran de nada. Lo mismo ocurre en términos generales con el ciudadano común: no lee las instrucciones de las medicinas, ni los manuales de los equipos electrónicos... Ni siquiera lee los periódicos: solo “hojea y ojea” los titulares.
Pero este desinterés por la lectura no solo es problema de legos, el avance de algunas disciplinas científicas también ha colaborado con esto. Cuando llegué a la universidad procedente del mundo tribunalicio acostumbrado a leer sentencias o providencias, y redactar decisiones jurídicas, la primera vez que me tocó presentar un informe, escribí un dictamen de 8 páginas. Al entregarlo a quienes debían revisarlo, me preguntaron tiernamente “¿Tú no puedes poner todo eso en un cuadrito?” Desde entonces me he acostumbrado a la sustitución de los párrafos por cuadros, tablas o gráficos.
Esto no es un problema de gustos, costumbres o estilos. El desinterés por la lectura está produciendo una gran incapacidad para entender lo que se trasmite mediante la escritura, creando una “cultura superficial de titulares” que ignora los contenidos. Una prueba evidente de esto se produjo de manera pública hace varios años, cuando el Presidente, elogiando el alzamiento del pueblo, citó el libro de  José Ortega y Gasset La rebelión de las masas,  que dice todo lo contrario a lo que se pretendía enaltecer con la cita.
Cuando  cursaba  estudios de Derecho a nivel de pregrado,  uno de los profesores más críticos de nuestra disciplina dijo que, Venezuela estaba entre los pocos países donde una persona podía graduarse de abogado sin haberse leído nunca un libro de Derecho. No me quiero pronunciar sobre  la veracidad de la afirmación, lo que puedo decir con propiedad, es que a los estudiantes no les gusta estudiar por libros; el “apuntismo” los aparta de las grandes obras jurídicas; y esto -entre otros males- trae como consecuencia que, les cuesta una enormidad redactar un párrafo en forma coherente, limitándose a plasmar en los exámenes, algunas frases sueltas, muy parecidas a los mensajes de texto o “twitters” que dominan en buena forma.
Quería titular este artículo “La defensa de la lectura”, pero como dije al principio, pensé que casi nadie lo leería, y  es importante que hasta los más renuentes a los textos escritos, caigan en la cuenta de que el hombre  no solo es un animal que habla, sino que lee.  Y leer es una forma de humanizarse que no puede desaparecer. Por eso, como dicen ahora, hay que leer en defensa propia, y leer todo, no solo las lecturas eróticas. jblanco@ucab.edu.ve;  twitter @zaqueoo

No hay comentarios:

Publicar un comentario