Los acontecimientos que determinan el rumbo de la historia de los países no son producto de fenómenos naturales sino de decisiones humanas; si estas son acertadas el destino será próspero, de lo contrario se convertirá en esa tragedia que se ha denominado la desorientación política de los pueblos. Ahora bien, la decisión acertada no es producto del azar, sino de las cualidades que tienen algunas personas para saber qué hacer en el momento adecuado. El desaparecido Carlos Rangel en una entrevista que le hizo Joaquín Soler Serrano, publicada en el libro Venezolanos a fondo, dice –palabras más palabras menos- que nuestra historia es una crónica de fracasos; en esto coinciden algunos analistas políticos de nuestro tiempo que, sostienen que el problema venezolano está en la incapacidad de sus dirigentes para verla realidad y la terquedad en defender errores o proyectos inviables.
Sobres las causas de la situación política del país hay numerosas opiniones, pero una de las que cada día cobra más fuerza, es que en Venezuela hay muchos analistas políticos, ideólogos o aficionados a la política, pero pocos políticos puros. Javier Cercas en su libro Anatomía de un Instante, dedica un capítulo a lo que debe entenderse como las virtudes de un político puro: “…la primera virtud de su oficio es la intuición histórica. Así como la llamaba Ortega; Isaiah Berlín la hubiera llamado de otra forma: la hubiera llamado sentido de la realidad, un don transitorio que no se aprende en las universidades ni en los libros y que supone una cierta familiaridad con los hechos relevantes que permite a ciertos políticos y en ciertos momentos saber qué encaja con qué, qué puede hacerse en determinada circunstancia y qué no, qué métodos van a ser útiles en qué situaciones y en qué medida…”
El libro que cito en el párrafo anterior, es un ensayo publicado en el año 2009, donde se analizan de manera magistral las circunstancias y efectos del intento de golpe de estado que se produjo en España el 23 de febrero de 1981. Específicamente se refiere a la toma del Congreso por los golpistas y la actitud de Adolfo Suarez que permaneció sentado mientras las balas silbaban a su alrededor. El libro es mucho más que la crónica de un suceso; es un análisis de todo lo que rodea el apasionante mundo de la política. Y para nosotros puede servir de lección, porque en momentos en que el país está dividido en una confrontación absurda e interminable, por la terca actitud de no dialogar, podemos ver a quienes respaldaban a Adolfo Suárez en aquel momento en que se quería abortar el proceso de trasformación democrática en España: un golpista que había estado al lado de Franco, el general Gutiérrez Mellado y un revolucionario, el secretario general del partido comunista, Santiago Carrillo: enemigos irreconciliables en el pasado que luego unieron esfuerzos para lograr la trasformación de España.
Los políticos puros son indispensables en esos momentos determinantes de la historia de los pueblos. Sin pretender descalificar los esfuerzos ni las buenas intenciones de nuestros actores políticos creo que en Venezuela no hemos tenido mucha suerte; hemos contados con políticos de altura que no han sabido interpretar adecuadamente nuestra realidad. Y por otro, lado lamentablemente, abunda los aventureros interesados que, en el afán por defender sus “ideologías” o privilegios particulares atentan permanentemente contra la institucionalidad democrática del país. jblanco@ ucab.edu.ve, twitter @zaqueoo