Hace algunos días, Arturo Pérez - Reverte,
escritor, navegante y autor de varias novelas referidas a temas
náuticos, escribe un artículo titulado Capitanes valientes, o no, donde hace
una comparación entre la actitud del
capitán del Titanic Edward John Smith y
el del Costa Concordia Francesco Schettino. Destacando lo errores cometidos por ambos, considera que desde el punto de vista náutico,
no puede decirse que Schettino haya
demostrado incompetencia, pues su experiencia y la maniobra para encallar la nave y evitar que se hundiera
en aguas profundas fue excelente. Lo que
enfatiza, y a mí me llama la atención,
son las circunstancias en que
cada capitán debió enfrentar el problema: Smith tuvo que resolver- bien o mal- solo en medio
del mar; Schettino estuvo comunicándose en
todo momento con su armador, y sabrá
Dios con quién más, porque en este tiempo
de comunicación inmediata vía internet o
telefonía celular, la soledad del hombre ante los problemas parece que ha
desaparecido, e inclusive, cambia el rol
de los oficios y las responsabilidades: “ Al llamar a su armador dejó de ser un
capitán, Era un pobre hombre que pedía
instrucciones… Schettino abandonó su barco
porque ya no era suyo. Porque, en realidad no lo había sido nunca”
Entre otras cosas, el artículo es una advertencia sobre el
daño que le puede causar al hombre de hoy el uso inadecuado de la tecnología. No se puede ignorar el progreso, pero como
bien dice Pérez – Reverte, las modernas comunicaciones hacen imposible la
iniciativa de quienes están sobre el terreno. Esto lo puedo apreciar en la
educación y en la vida: los jóvenes tiene una adicción y dependencia casi
exclusiva a los teléfonos móviles, es muy difícil lograr que los apaguen un
momento y atiendan a una clase, charla o conferencia; sin exagerar, pareciera
que no pueden vivir sin ellos. Lo mismo pasa con los adultos, viven pegados al BlackBerry,
y esto no es lo peor, lo malo es que son
incapaces de resolver un problema individualmente sin antes llamar a otros para pedir consejo u opinión. Y así, en definitiva nadie se siente
responsable de nada, porque su vida no
le pertenece, su historia no es la
crónica de aciertos o desaciertos producto de su voluntad individual, es una
especie de “obra colectiva” donde mucha gente ha metido la mano.
Capitanes valientes, o
no, va más allá del juicio al
comportamiento de los marinos ante un naufragio, es un llamado de alerta sobre nuestro destino. Según algunos entendidos, Edwar John Smith, capitán del Titanic, no actuó de la mejor manera y su acción costó la vida de muchas personas;
pero estaba solo en medio del mar, sin BlacKBerry ni telefonía satelital; tomó
la decisión que creyó acertada y al final se hundió con su barco. Al
contrario, como dice el artículo que
comento: “El capitán Schettino era
patéticamente consciente aquella noche de que el tiempo de los marinos que
tomaban decisiones y asumían la responsabilidad se extinguió hace mucho, y de
que las cosas no dependían de él sino de innumerables cautelas empresariales. Cuidado
con no alarmar al pasaje, ojo con la reacción de las aseguradoras, con el
departamento de relaciones públicas, con el director o el consejero
ilocalizables esa noche. Mientras tanto, seguía entrando agua, y lo que en
hombres de otro temple habría sido un "váyanse al diablo, voy a ocuparme
de mi barco", en el caso del capitán sumiso, propio de estos tiempos
hipercomunicados y protocolarizados, no fue sino indecisión y vileza”
Si hacemos una comparación con la realidad que nos rodea, aunque duela reconocerlo, pareciera que el
tiempo de los hombres valientes que toman decisiones y asumen responsabilidades
se extinguió y lo que se observa es indecisión y vileza. twitter@zaqueoo
Hace poco me llegó un correo que reflexionaba sobre cómo serían las grandes obras de la literatura de ambientarse en la actualidad. Desde la advertencia oportuna que tendría Caperucita Roja a través de un SMS, o Romeo con un Wasapp que le diría que Julieta estaba dormida y no muerta. Citaba varias obras y el desencanto que tendrían de ser emplazadas en la realidad tecno globalizada de hoy. Es una herramienta, pero se está adueñando de las personas, tal como lo indica el artículo...
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