martes, 14 de febrero de 2012

Reflexiones sobre el derecho, la moral y la política, con motivo del caso Garzó





La sentencia del Tribunal Supremo español que inhabilita por 11 años al juez Baltasar Garzón merece un análisis detallado, más allá del impacto político que ha producido.  Siempre he admirado el trabajo de  Garzón, porque a pesar  de los errores que puede haber cometido, creo que le ha prestado un gran servicio a la administración de justicia y ha sido una referencia obligada para los profesionales de la judicatura. Pero eso no me puede llevar ni a la justificación  absoluta de sus actos,  ni  a la solidaridad automática con su persona. Ante la pregunta ¿Es justa la sentencia que condena a Garzón? la respuesta tiene varios matices.

Sin pretender convertir este artículo en una clase de filosofía del derecho, creo que una vez más se ponen en evidencia los problemas que surgen por las relaciones  entre, el derecho, la moral y la política. Al leer los 70 folios de la decisión,  nos podemos encontrar con argumentos que son incuestionables, pero hay otras  cosa que no tienen una explicación clara.  Considero que  la sentencia está justificada jurídicamente, pero moralmente deja una serie de dudas que afectan la credibilidad de los jueces que la dictaron.

Desde el punto de vista jurídico (del derecho) la decisión parece acertada: si el acusado ordenó de manera ilegal las grabaciones, independientemente de las buenas intenciones, debe ser sancionado, porque no se puede hacer justicia por medios ilegales. La justicia siempre debe alcanzarse por las sendas del derecho. Ese es un principio que tiene que orientar la vida de todo jurista.

Pero desde el punto de vista moral la sentencia deja algunas dudas: ¿Por qué no se toma en consideración que, tanto la fiscalía como otro juez participaron también en el hecho y solo se pone la mirada en la conducta de Garzón? Y otra cosa, ¿Se hubiera condenado con el mismo rigor a otro juez que no fuera el polémico e incómodo Garzón?

Hay otro aspecto de tipo político – institucional que también llama a la reflexión: Los efectos que el fallo produce en la sociedad. ¿Qué era preferible para la imagen de la justicia española,  absolver a Garzón para evitar este escándalo y “legitimar” a futuro  conductas que pueden constituir violaciones a los derechos fundamentales de las personas, o asumir la carga de las reacciones adversas  y preservar lo que se considera  que es la defensa del estado de derecho? Aquí estamos ante otro gran problema, ¿hasta dónde el costo político debe influir en las decisiones judiciales?

Las lógicas reacciones políticas no se han hecho esperar; por una parte se habla de, la venganza de la derecha o  la protección de los poderosos; por la otra, de  la consolidación del estado de derecho o la lucha contra el totalitarismo judicial etc.  Es muy difícil que las cosas se vean objetivamente cuando solo se usan los anteojos de las ideológicas.

Para saber si los jueces actuaron bien o mal hay que recordar la propuesta de Kant, “lo único que puede determinar la bondad o maldad de un acto es la intención con que se realiza”; “lo importante es la buena voluntad con que se hacen las cosas,  independientemente de los resultados”. ¿Cuál fue la verdadera intención: garantizar los derechos de los ciudadanos, o pasarle una factura a Garzón?

Como puede observar el lector, este artículo está lleno de preguntas que tienen más de una respuesta. Por eso decía al principio que necesariamente hay que matizar: para los  legalistas la sentencia es buena, para los moralistas no, y para los políticos, la opinión va a depender de su posición ideológica. Pero no puedo terminar así, sin expresar mi punto de vista y me remito a las características que debe tener una buena sentencia: jurídicamente impecable, moralmente correcta y políticamente beneficiosa para la colectividad. En el caso Garzón la decisión  no reúne los tres requisitos. twitter@zaqueoo



1 comentario:

  1. Creo que a Garzón desde que se le ocurrió aquello de exhumar cadáveres de la guerra civil para identificar víctimas, le han salido varios enemigos. Menos mal que no soy juez y no tengo que bregar con cosas así...

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