martes, 28 de febrero de 2012

Niches, tierrúos y majunches

El Presidente de la República, en acto oficial celebrado recientemente, advierte que la oligarquía pretende engañar al pueblo con un discurso a favor de la igualdad de los ciudadanos, cuando en el fondo desprecia a las personas humildes de sectores populares, calificándolos de “niches” o “tierrúos”. Hay que reconocer que el Presidente tiene razón en parte, porque muchas personas que se creen superiores a otras, se dedican a discriminar a quienes consideran inferiores por razones culturales o económicas. Pero esto no es un problema de posiciones o diferencias políticas entre el oficialismo y la oposición, porque en ambos lados podemos observar esas conductas: Aquí en Guayana, hay claras manifestaciones de una especie de “discriminación urbana” que practican algunos habitantes de Puerto Ordaz hacia los de San Félix, y no son solo los “oligarcas de la oposición” los que hacen esto, también hay bastante “chavista sifrino” que califica de “tierrúos sanfelucos” a los del otro lado del río.

En la intervención del Presidente se produjo algo preocupante: después de cuestionar la forma discriminatoria cómo unas personas tratan a otras, le endosó a Capriles Radonski el apodo de “majunche”, que según las voces especializadas, en Venezuela puede tener un significado similar a “niche”, que coloquialmente se atribuye a “personas de baja calidad”. Es decir, hizo lo mismo que estaba criticando: menospreciar a un prójimo con un apodo despectivo.

Esto no es un problema de elegancia al hablar, ni es una gracia para reírse, porque así se fomentan nuevas formas de discriminación: se empieza poniendo sobrenombres y luego se termina despreciando y excluyendo las personas. Nos llenamos la boca hablando de virtudes ciudadanas que no practicamos. Y luego, por comodidad hacemos la vista gorda ante situaciones que constituyen verdaderos atentados contra la dignidad humana. La cosa ha llegado a niveles tan absurdos y preocupantes que hace unos años los alumnos de un salón de clase estaban divididos en grupos que se identificaban por la marca de la ropa que usaban. En este problema está comprometida la familia, la escuela y la sociedad en general, porque los ciudadanos no son productos importados, son el resultado de la sociedad que los forma. Lo peor que podemos hacer es creer que esto es una tontería, porque si no combatimos estas actitudes, la convivencia ciudadana será una mera ilusión.

De nada vale promulgar leyes contra la discriminación, si practicamos conductas que la fomentan o nos mostramos indiferentes ante ellas. Hay quienes sostienen que pensar en una sociedad de iguales es una ingenuidad porque siempre habrá diferencias; es cierto, siempre habrá diferencias, pero lo importante es que las diferencias no nos dividan ni sean fuente de humillación o desprecio. Es difícil, pero no es imposible, construir un país donde todas las personas sean bien tratadas y donde nadie tenga que aguantar que le digan despreciativamente niche, tierrúo o majunche.

Twitter @zaqueoo

2 comentarios:

  1. Interesante artículo profe :)

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  2. Hay varias aristas en este escrito. Cierto que habrá diferencias siempre, pero es gracias esas diferencias que surgen cosas grandes y diversas. La separación entre "ellos" y "nosotros" que ha perpetrado el "jefe de estado" es una de las fases del genocidio, también lo es el menosprecio y calificativos despectivos hacia un grupo. No es nada para reírse, como Ud. bien dice. El "salamerismo" típico nuestro, que todo nos lo hace tomar en broma, no es para nada conveniente. Estas son cosas bien serias. El tomarlas en broma es ser despectivo con estos lamentables hechos. Muy buen artículo, como los otros. Salu2.

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