domingo, 25 de marzo de 2012

La ciudad se nos cae a pedazos




No se puede negar  que  el mantenimiento de Ciudad Guayana ha desmejorado notablemente.  Se hacen esfuerzos en asfaltado y señalamiento de vías,  pero el balance general no es bueno. Esta mañana decidí cambiar la ruta de mis caminatas, y después de varios años  me dirigí a la caminería  de la avenida  Sucre Figarella:  ese paso de caminadores  que va desde el parque La Llovizna hasta el vivero de Los Olivos;  lo que algunos llaman en tono burlón,  “El bulevar de las ballenas”,  porque según dicen,  es  frecuentado por personas pasadas de peso.

Para los que no recuerdan como era este el sitio hace años: el camino estaba perfectamente asfaltado;  la iluminación permitía caminar a cualquier hora del día; conozco el caso de una persona que pasaba un momento difícil en su vida y decidió recibir el año trotando  a media noche; siempre estaba limpio y los arboles recién plantados era cuidados de tal manera que ni los bachacos pudieron acaba con ellos. Una amiga que vive en San Félix  se queja porque hacia el otro lado del puente no se hizo algo igual. En resumen era una maravilla.

Pero hoy la cosa es diferente: el asfalto casi se perdió, lo que va quedando es polvo y piedras; el monte se está “comiendo” la cerca y reduciendo el espacio; la gran cantidad de hojas secas indica que hace tiempo que no se barre el lugar y empiezan a aparecer bolsas de basura que si no se recogen rápido  lo van a convertir  en un basurero. Qué lástima. Como desearían los habitantes de otras ciudades tener lugares así. Nosotros los tenemos y los abandonamos.

En medio de la crisis que vivimos abundan los analistas que son buenos para diagnosticar, pero hacen falta manos para mantener y conservar.  Si creemos que en la situación actual es difícil progresar, por lo menos vamos a tratar de conservar. En este momento llueve fuertemente sobre la ciudad, ojala que caiga mucha agua en el “Bulevar de las ballenas” y se lleve toda la porquería,    porque,  a veces sin querer,  la naturaleza arregla lo que el hombre daña.

Noche del domingo  25 de marzo de 2012

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