En la edición del pasado viernes 9 de marzo, este diario
publica una entrevista realizada al
director del Centro de Investigaciones de la UCAB, quien, citando el resultado
de un estudio socioeconómico, dice que
Puerto Ordaz gira hacia la pobreza, y uno de los problemas más graves es el de
la recolección de basura. Quiero
referirme a esto último. Hace algunos días, fui al aeropuerto a
buscar a unas personas que nos visitaron procedentes de otras regiones del
país; para evitar el tráfico que a las
seis de la tarde congestiona el sector de Alta Vista, tomé la carretera conocida popularmente como “La vía del Caronoco” ¡Qué vergüenza! Las bolsas de basura, los
escombros de las construcciones, y uno
que otro carro quemado, trasmiten una
imagen parecida a la de esas películas apocalípticas que ahora están de moda.
El problema es muy grave. El propio alcalde de
Caroní reconoce que se le escapó de las manos; quien quiera tener su entorno libre de basura
en este momento, tiene que pagar
servicios privados. Pero no se debe reducir la cosa a la simple recolección:
Hace varios años, en el estado Aragua, contrataron expertos internacionales en
recolección de basura para resolver el problema; su dictamen fue concluyente:
Ni con la ayuda del ejercito del país se podía recoger toda la basura que
producía la gente; era preferible hacer una campaña de sensibilización, porque
el problema de la basura es algo cultural.
Sin restarle importancia al tema de la recolección, hay que
insistir en que el problema de la basura es tarea de todos. Me perdonan la
expresión, pero hay gente que es “naturalmente cochina”, que de
la manera más descarada tira todo lo que tiene en la mano al piso, sin importarle ni el momento ni el
lugar. Y no me estoy refiriendo solamente a individuos de declarada mala conducta,
porque en eventos y personas de
“prestigio” también se aprecia esa actitud. En el play – off final del pasado
campeonato de beisbol nacional, después de una buena jugada, las cámaras
enfocan el jugador que está sentado en el
dugout: el piso estaba lleno de vasos y botellas de plástico y en ese
preciso instante, el ídolo deportivo escupió y tiró un vaso al suelo: mal ejemplo
para los espectadores, especialmente para los jóvenes.
Pero hay cosas peores: la limpieza tiene enemigos
declarados; hay personas que se
molestan porque otras quieren tener una
ciudad limpia; una mañana observé como una camioneta regaba basura a lo largo
de la avenida Sucre Figarella. Y lo más triste, una muchacha trotaba en el
parque Cachamay y a la vez recogía los
vasos y botellas que otros habían tirado; en ese momento, unos adolescentes que
vieron lo que estaba haciendo, en vez de imitar el buen ejemplo, voltearon los
cestos de basura para ensuciar lo que ella había limpiado. Que difíciles son
las cosas cuando el mal produce más satisfacción que el bien.
Como decía al principio, recoger la basura es un problema
del Estado, pero no ensuciar la ciudad es una obligación de todos. Hay que trabajar mucho en educación ciudadana
y enseñarle a la gente que la basura
puede ser, además de un problema social, un asunto de dignidad personal. Hay
una frase popular muy dura que dice: “Si te acostumbras a vivir en medio
de la basura, poco a poco te absorberá y formarás parte de ella”. Esto
es una exageración, porque independientemente de la suciedad del entorno, el
ser humano no pierde su condición de persona. Pero la indiferencia ante la
basura que nos rodea no solo nos convierte en malos ciudadanos, también es una
falta de respeto a nosotros mismos.
El problema de la basura se resolverá cuando la sociedad en
su conjunto manifieste con hechos que no quiere vivir en medio de ella. twitter
@zaqueoo
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