domingo, 25 de marzo de 2012

La cultura de la basura




En la edición del pasado viernes 9 de marzo, este diario publica una entrevista  realizada al director del Centro de Investigaciones de la UCAB, quien, citando el resultado de un estudio socioeconómico,  dice que Puerto Ordaz gira hacia la pobreza, y uno de los problemas más graves es el de la recolección de basura.  Quiero referirme a esto último. Hace algunos días,  fui al aeropuerto a buscar a unas personas que nos visitaron procedentes de otras regiones del país; para evitar  el tráfico que a las seis de la tarde congestiona el sector de Alta Vista,  tomé la carretera conocida popularmente  como “La vía del Caronoco”  ¡Qué vergüenza! Las bolsas de basura, los escombros de las construcciones,  y uno que otro carro quemado, trasmiten  una imagen parecida a la de esas películas apocalípticas que ahora están de moda.

El problema es muy grave. El propio  alcalde de  Caroní reconoce que se le escapó de las manos;  quien quiera tener su entorno libre de basura en este momento,  tiene que pagar servicios privados. Pero no se debe reducir la cosa a la simple recolección: Hace varios años, en el estado Aragua, contrataron expertos internacionales en recolección de basura para resolver el problema; su dictamen fue concluyente: Ni con la ayuda del ejercito del país se podía recoger toda la basura que producía la gente; era preferible hacer una campaña de sensibilización, porque el problema de la basura es algo cultural.

Sin restarle importancia al tema de la recolección, hay que insistir en que el problema de la basura es tarea de todos. Me perdonan la expresión,  pero  hay gente que es “naturalmente cochina”,  que  de la manera más descarada tira todo lo que tiene en la mano  al piso, sin importarle ni el momento ni el lugar.  Y no me estoy  refiriendo solamente  a individuos de declarada mala conducta, porque en eventos  y personas de “prestigio”  también se aprecia esa  actitud. En el play – off final del pasado campeonato de beisbol nacional, después de una buena jugada, las cámaras enfocan el jugador que está sentado en el  dugout: el piso estaba lleno de vasos y botellas de plástico y en ese preciso instante,  el ídolo deportivo  escupió y tiró un vaso al suelo: mal  ejemplo  para los espectadores, especialmente para los jóvenes.

Pero hay cosas peores: la limpieza tiene enemigos declarados; hay  personas que se molestan  porque otras quieren tener una ciudad limpia; una mañana observé como una camioneta regaba basura a lo largo de la avenida Sucre Figarella. Y lo más triste, una muchacha trotaba en el parque Cachamay  y a la vez recogía los vasos y botellas que otros habían tirado; en ese momento, unos adolescentes que vieron lo que estaba haciendo, en vez de imitar el buen ejemplo, voltearon los cestos de basura para ensuciar lo que ella había limpiado. Que difíciles son las cosas cuando el mal produce más satisfacción que el bien.

Como decía al principio, recoger la basura es un problema del Estado, pero no ensuciar la ciudad es una obligación de todos.  Hay que trabajar mucho en educación ciudadana y enseñarle a la gente que  la basura puede ser, además de un problema social, un asunto de dignidad personal. Hay una frase popular muy dura que dice: “Si te acostumbras a vivir en medio de  la basura, poco a poco  te absorberá y formarás parte de ella”. Esto es una exageración, porque independientemente de la suciedad del entorno, el ser humano no pierde su condición de persona. Pero la indiferencia ante la basura que nos rodea no solo nos convierte en malos ciudadanos, también es una falta de respeto a nosotros mismos. 

El problema de la basura se resolverá cuando la sociedad en su conjunto manifieste con hechos que no quiere vivir en medio de ella. twitter @zaqueoo

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