domingo, 25 de marzo de 2012

La competencia el egoísmo y las emociones



 En medio de unas tertulias que  realizamos  un grupo de amigos para tratar de comprender  un poco  el momento que vivimos, entre muchas cosas, se plantaron dos ideas: la primera, no es posible conciliar la libre competencia, con la  solidaridad tal y como lo sugiere el artículo 299 de la nuestra Constitución, y  la segunda, el hombre es egoísta por naturaleza: estamos hechos para el egoísmo.  Mientras escuchaba las reflexiones sobre esto,  recordé que  en el pasado había leído algo al respecto, que de manera casi profética vaticinaba el mal que la competencia y el egoísmo le producirían a la humanidad.

Al llegar a mi casa, empecé a buscar, y encontré  una obra  de Laura Esquivel titulada El libro de las emociones, donde analiza como  la civilización y progreso  han echado a un lado las emociones, porque los sentimientos de solidaridad,  no permite que funcione correctamente un sistema basado en la competencia y el egoísmo. Entre las múltiples reflexiones que hace al respecto dice lo siguiente: “¿A qué gobierno le puede interesar  que un soldado sienta compasión por el enemigo al que tiene que aniquilar? ¿Qué piense en el dolor que va a provocar en la persona y los hijos de ese hombre al momento de matarlo? O qué inversionista le agradaría que una anciana se negara a venderle una casa ubicada en un área altamente comercial porque en ella nacieron sus hijos y nietos ¿O qué casa de bolsa le puede importar tener como cliente a un millonario dispuesto a repartir  su dinero entre los pobres? ¿A quién le importan los ríos, las casas, los árboles, los monumentos históricos, los campesinos, los pobres, cuando está de por medio el desarrollo económico?  ¿Cuál es el valor que tienen en el mercado las emociones?  Ninguno”.

Para Laura Esquivel la competencia se basa en demostrar que  “se es mejor que los demás y que se está  por encima de ellos”, y la forma de lograrlo es venciéndolos o superándolos, no  ayudándolos;  dice que, en un momento de la historia, la solidaridad fue indispensable para vivir, pero luego el hombre ha tratado de sobrevivir  dejándola  a un lado y hoy sufrimos las consecuencias.

No se debe llegar al extremo de satanizar absolutamente la competencia, porque es una manera  eficaz de generar riqueza para disminuir la pobreza. Hay que rescatar la “sana competencia”, la que no ve a los demás como  adversarios o enemigos, sino como compañeros de un viaje que hay que compartir,  y esto no se puede lograr sin tomar en cuenta las emociones. Pretender erradicarlas de la vida humana nos conduce a situaciones como las que hoy estamos sufriendo: Si los “magnates de la economía” que arruinaron a medio mundo  y hacen tambalear el sistema financiero  y el modo de vida occidental, hubieran incluido en el cálculo de sus negocios el riesgo de los ahorros y la estabilidad familiar de millones de personas, hoy el capitalismo no tendría tan mala imagen.

La propuesta de Laura Esquivel cobra fuerza en estos tiempos de desconcierto, y aunque a muchos les pueda parecer lírica o ingenua,  cuando observamos la opinión de antropólogos, filósofos o sociólogos, que presentan como remedios para la crisis el rescate  de los valores éticos, solidarios y compasivos, pareciera al que al final, por encima de la competencia y el egoísmo se van a imponer  las emociones. Twitter @zaqueoo

1 comentario:

  1. Es posible que, dentro del ámbito "new age", cale la compasión y la solidaridad. Sin embargo, la compasión o la piedad no han sido constantes filosófica universales. Los filósofos-teólogos sí la tenían por virtud, pero en filósofos como Kant, la piedad no es un valor. Y quien dice piedad, puede decir solidaridad o compasión. La influencia de pensadores como Kant han modelado la cultura occidental moderna.
    Esquivel lo que propone es un cambio radical de paradigma.
    Muy bueno el artículo.

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