martes, 10 de julio de 2012

Domingo de carrera

El pasado domingo fue un día especial porque se celebraba la carrera anual del Llovizna Runners Corre por tus venas. Estos domingos “de carrera” son diferentes: sin ningún pesar nos despertamos a las 4:30 de la mañana para prepararnos para la competencia; momentáneamente dejamos de lado las obligaciones y las preocupaciones para incursionar en el mundo de las fantasías deportivas. Es increíble el crecimiento de la pasión por el trote o la caminata; de eso escribí hace algunos meses, pero las cosas positivas hay que repetirlas: antes de las 6:00 de la mañana la mayoría de los inscritos habían llegado a la cita en el estacionamiento del Orinokia Mall, para un evento que más allá de lo deportivo, se mezcla con lo turístico, lo cultural y muy especialmente con la exaltación de importantes virtudes humanas.

A las 6:30 de la mañana las tres mil personas inscritas partieron con diferentes aspiraciones: competir para ganar, mejorar su tiempo en la distancia, vencer sus debilidades, participar o aceptar el reto de llegar a la meta, o simplemente mejorar la salud. Correr es una experiencia enriquecedora, porque independientemente del grupo, cada quien vive su propia carrera: la fortaleza o la debilidad son cosas personalísimas. Y algo que requiere mención especial es la caminata, donde se conjuga la condición física con el comportamiento ético, porque aunque la persona sea un “galgo corriendo” no debería hacerlo si se inscribió solo para caminar; pero bueno, a pesar de uno que otro incidente nunca se perdió el buen ambiente.

Entre las múltiples interpretaciones que se pueden destacar de los hechos que se producen en estos eventos, están las caras de la llegada: unas dominantes y seguras, otras oscurecidas por el sufrimiento y lo más importante, la mayoría alegres, porque lo paradójico de las carreras es que se disfruta del sufrimiento; por eso la llegada casi siempre es alegría. Y no podían faltar los mensajes especiales: cuando la mayoría disfrutaba comentando sus experiencias, una persona minusválida con una sola pierna y apoyándose en unas muletas cruzó la meta: una versión contemporánea de aquellos personajes de Hemingway que pueden ser destruidos pero nunca derrotados.

En resumen pues, un domingo de carrera: un día especial para compartir la alegría de un evento que le dio el “día libre a los malos sentimientos”; no hubo divisiones ni exclusiones, todos estaban unidos en torno a esas pequeñas cosas que le dan sabor a la vida y hacen agradable y llevadera la convivencia.

A las 9:30 tuve que volver al mundo real, dejando atrás el ambiente musical que para ese momento amenizaba la parte final de la competencia. Cuando llegué al quiosco de periódicos me encontré que este diario titulaba en primera página Fuerza policial trancó caminata de Capriles Radonski, y allí estaba la imagen de esa otra Venezuela que constantemente se enfrenta con odio, amargura o resentimiento, oscureciendo cada día más el destino del país. En ese momento llegaron al lugar unas personas que todavía tenían puestas las franelas de la carrera, sudados y alegres saludando a todo el mundo.

Esto que voy a decir puede parecer una ingenuidad pero, ojalá que en el futuro y por la salud del venezolano, los días por venir se parezcan un poco a los "domingos de carrera".

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