martes, 17 de julio de 2012

Las imágenes y las palabras

No hay duda, vivimos en tiempos de la dictadura de la imagen: el cine, la televisión, los videos domésticos, las fotografías, etc., han convertido al hombre en un espectador más que en un pensador. Esto no es nada nuevo: en 1997 Giovanni Sartori en su libro Homo videns (la sociedad teledirigida) hace una crítica al mundo actual donde el dominio abrumador de la imagen sobre la palabra escrita está trasformando al ser humano, u homo sapiens en un homo videns, alguien para el que toda la percepción de la información está basada en imágenes. Esto es algo muy serio porque toda nuestra cultura y nuestra vida en general se sustentan en ideas o conceptos que se expresan con palabras.

Hay una frase muy repetida por los amantes de la fotografía que dice: “Una imagen vale más que mil palabras”. Esto puede ser cierto en parte, cuando el hecho que recoge la imagen es conocido y no requiere más explicación, pero la imagen por sí sola no es suficiente. Como se puede apreciar en el trabajo de Sartori, la imagen de una persona libre no explica qué es la libertad; la imagen de un acontecimiento histórico es muy difícil de comprender en plenitud si no va acompañada de las palabras que explican su significado.

Esto, que estoy tratando en este espacio a riesgo de aburrir a más de uno, es un gran problema para la enseñanza de las disciplinas humanistas especialmente el derecho. Al finalizar cada año académico siempre se escucha el lamento de los docentes: “Los alumnos no estudian; es una perdedera de tiempo recomendarles bibliografía porque no leen”. Pero el asunto es mucho más grave de lo que parece, no se trata solamente de flojera o desinterés por la lectura, es que no están “programados” para recibir información por medio de la palabra oral o escrita, todo lo perciben a través de las imágenes. He observado cómo los niños antes de ir a la escuela y aprender a leer y escribir se han convertido en adictos a la televisión y a los videojuegos. Se familiarizan de tal forma con las imágenes que cuando reciben la enseñanza escolar en sus diferentes niveles les cuesta mucho asimilar conceptos en abstracto.

Por otro lado, la dictadura de la imagen está acabando con los ilustres profesores de antaño, que con verbo elegante y rico lenguaje exponían magistralmente las grandes ideas que trasformaron el mundo. Hoy, si el profesor no utiliza recursos audiovisuales no es bien visto ni bien evaluado; es más, sin video beam no hay clases: pareciera que las proyecciones son más importantes que los hombres, y que estos no puede andar sin las muletas tecnológicas.

Los docentes tenemos un reto: reivindicar el valor de la palabra, no quiero decir que hay que desechar las imágenes, sino que hay que colocar cada cosa en su justa medida y hacer entender la necesidad de preservar el lenguaje conceptual que se expresa mediante palabras, por encima del lenguaje perceptivo de las imágenes. No es fácil pero hay que intentarlo, porque si queremos que nuestros jóvenes entiendan conceptos como justicia, dignidad humana, etc., tiene que incursionar necesariamente en el mundo mágico de la lectura y la escritura. Decía Juan José Millás que la buena relación con la lectura y la escritura puede cambiar el mundo.

Hace algún tiempo una estudiante de derecho se quejaba irónicamente diciendo que las leyes son muy fastidiosas porque no tienen imágenes ni figuritas. Es verdad, pero en las palabras de la ley está la esperanza civilizadora de convertirnos en seres dignos, portadores de valores que no se ven en las fotografías, y que son fundamentales para comprender el fenómeno humano. Aquí está el reto, si se quiere que la educación sea un acto humanizador hay que rescatar el valor de lo más humano del hombre: las palabras.

1 comentario:

  1. Muy cierto lo dicho, y preocupante esa trampa tecnológica. Que como todo lo que hace el hombre, no es la trampa hecha por la tecnología, sino la trampa que el hombre hace con la tecnología. Es el dichoso "marketing".

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