martes, 21 de agosto de 2012

La izquierda aturdida

Hay momentos en que se hace difícil dar definiciones precisas o llamar a las cosas por su nombre; eso de poner todo en “blanco y negro” como se decía antes, no posible porque pareciera que la realidad es gris. Lo mismo sucede cuando se trata de definir las posturas políticas, especialmente la de algunas personas que se autoproclaman como “gente de izquierda”. Las tradicionales ideas marxistas o socialdemócratas que, entre otras cosas, pregonaban la igualdad, la austeridad, la solidaridad y la preeminencia del bienestar social por encima de la renta o el capital no son suficientes para elaborar el perfil del izquierdista de este tiempo. Podemos observar a más de uno que dice una cosa y hace otra; personajes vacacionales que con ropa de marca cuidadosamente escogida y bebiendo licor escocés de 18 años en lujosos clubes playeros te dicen, “yo siempre he sido un hombre de izquierda”.

Pero esto no es solo un problema de la política nacional. El título de este artículo lo tomé prestado de un capítulo del libro de la escritora española Irene Lozano, que se titula, Lecciones para el inconformista aturdido en tres horas y cuarto por un ensayista inexperto y sin papeles. En el mencionado trabajo se analiza la situación de la izquierda ante la crisis actual, y en la parte a que hago referencia dice: “En la izquierda aturdida confluyen ricos y pobres, acomodados e incomodados, obreros y directivos; se da en ella el capaz sibarita, el alto funcionario, el intendente exquisito y el propietario de fincas urbanas, con su vida muelle y un estupor semejante al de su huésped de manos agrietadas. A la derecha le desconcierta este hecho y tiende a censurar a los izquierdistas con elevado estatus porque no ha comprendido que el dinero es compatible con cualquier idea, siempre y cuando no se haya obtenido mediante la vulneración de dichas ideas”.

Creo que la propuesta anterior es verdaderamente desconcertante para la izquierda tradicional, porque esta idea de “izquierda aturdida” se presenta completamente atomizada. En ella coinciden los combatientes de los valores burgueses con los que disfrutan de las “mieles del capitalismo”. Como dice la citada autora: “Esta izquierda ha dejado de tener creencias, principios o ideas y se ha resignado a manejar un puñado de sentimientos”. 

Aterrizando nuevamente en nuestra realidad política, un amigo que se considera izquierdista puro dice que lo peor que le puede pasar al país es que regrese la derecha. Y aquí viene la pregunta: ¿Quién gobierna en Venezuela? ¿El gobierno actual es de izquierda? ¿Qué clase de izquierda? Esto es importante aclararlo, porque entre la derecha y la izquierda aturdida las diferencias son tan pequeñas que es casi imposible distinguirlas.

Al margen de esa controversia tradicional entre “izquierdas y derechas” están las necesidades del hombre de nuestro tiempo. De nada vale adherirse automática y emocionalmente a una postura política si esta no ofrece soluciones efectivas a los grandes males sociales que estamos padeciendo. El día en que se consolide una ciudadanía reflexiva que sepa escoger lo más conveniente sin dejarse llevar por la propaganda que solo manipula para alcanzar el poder, las cosas cambiarán y no será necesario estar discutiendo si somos de derecha o de izquierda. 

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