De acuerdo con el diccionario de la Real Academia de la
Lengua Española, la palabra sobrevivir
significa: 1ª Vivir después de la muerte
o de un determinado suceso o 2ª Vivir con escasos medios o en condiciones adversas. Esta
palabra se ha convertido el algo común en el saludo de los venezolanos en este
comienzo de año. Ante la pregunta o formula de cortesía ¿cómo está usted? la
repuesta que se generaliza es “sobreviviendo”. E independientemente de que se
conozca en detalle lo que dice el
diccionario, la palabra refleja la realidad, porque ciertamente la gente está
viviendo en condiciones muy
dificultosas.
La inflación desbordada y alocada, además de poner en
peligro la existencia de muchas personas, que se ven privadas de lo
indispensable como es la comida, está acabando con la forma de vida de mucha
gente, especialmente de los profesionales. Me decía un contertulio
universitario que en este momento es
difícil que el salario de un profesional alcance para cubrir la canasta básica,
y eso explica que se vayan a otros países o se dediquen a hacer cosas diferentes
a la carrera que han estudiado, generándose un grave problema tanto individual
como social.
La profesión es mucho más que una solución para resolver el
problema económico. Dice José Francisco Juárez Pérez, en la presentación a una publicación de la
Universidad Católica Andrés Bello, sobre ética profesional que, “la profesión
es un modo de vida que busca el perfeccionamiento constante del ser humano a
través de la ética y los valores” .Esto es lo que distingue el auténtico
desempeño del profesional de la simple rutina de trabajo que busca obtener
recursos de cualquier manera para poder sobrevivir. El ejercicio de la profesión le da sentido a
la vida del profesional; sentido que se pierde cuando tiene que dedicarse a
otra cosa.
Pero además del problema individual, los profesionales cumplen una importantísima
función social al colocar su experticia al servicio de los problemas de la
gente. La sociedad necesita médicos que curen enfermedades, ingenieros que
construyan, abogados que legislen y defiendan adecuadamente a los justiciables
etc. En consecuencia, cuando la profesionalización está en peligro de
desaparecer, como ahora está ocurriendo,
la vida social está en peligro, porque no se garantiza el derecho de
acceso a los avances de la ciencia. Esto no es una especulación tremendista, es
un problema real que tiene que atenderse de inmediato.
Y lo más grave es que, en general, más allá de lo profesional, el trabajo del hombre, que desde tiempos
inmemoriales ha sido la forma de “ganarse el pan” ha perdido su valor, afectando seriamente tanto la economía como
la moral social. La mayor tragedia que puede sufrir un pueblo, es que su gente
no pueda vivir con el producto de su
trabajo. Así estamos y no se ven
soluciones por ninguna parte; vivimos en un laberinto donde es difícil
orientarse para alcanzar la salida.
Por eso, volviendo al principio, todos estamos sobreviviendo,
tratando de continuar la vida en medio de dificultades que cada día aprietan
más. El peligro es la resignación; acostumbrarse a sufrir sin luchar para salir
de la adversidad. Entiendo perfectamente que hoy se piense primero en el problema
personal y después en el social, aunque es difícil separarlos, porque solo en
una sociedad que funciona puede haber bienestar individual. Y por aquí puede
estar la solución aunque suene utópica: solo el despertar del espíritu del
pueblo puede revertir la tragedia.
Independientemente de sus miembros, los pueblos tienen unos
rasgos comunes e inmutables que constituyen una característica o espíritu
nacional. Venezuela también los tiene, y hay que buscar allí. El despertar del
pueblo no tiene nada que ver con guarimbas o saqueos, es una acción colectiva
que obligue a colocar los intereses de la gente por encima de todo. Las
necesidades están claras y las prioridades también. Hay que cambiar el tiempo
de las palabras por el de las soluciones y llegar a acuerdos nacionales sobre
lo urgente.
Hoy quiero ser muy parco para no caer en la banalidad o en
la demagogia: estamos sobreviviendo y tenemos que remar todos para que la calamidad
termine. Ese es el deseo, cambiar de
verbo, porque todos los venezolanos –más que sobrevivir- tenemos derecho a
vivir.- (@zaqueoo)
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