martes, 1 de mayo de 2012

La irresponsabilidad


Un viejo amigo que se ha caracterizado durante toda su vida por actuar con humildad y cumplir cabalmente con sus deberes, me dice que el principal problema que tenemos en Venezuela es que nadie responde por nada: se cometen fallos que ocasionan daños y el responsable no los repara, y esto se observa tanto en la actuación del ciudadano común como en el ejercicio de las más elevadas funciones públicas; no hay sentido de la responsabilidad y pareciera que ser responsable no es una virtud apreciada socialmente.

No falta razones para respaldar la idea de que la responsabilidad no es la característica más común de las conductas sociales: se ejercen de manera equivocada las funciones públicas, se despilfarra el dinero del Estado y salvo contadísimas excepciones no se exige responsabilidad; fallan los servicios públicos y se dañan los bienes de los particulares y nadie responde; ni hablar del trasporte aéreo, hay que acostumbrarse a salir a cualquier hora y sufrir las consecuencias sin posibilidad de exigir que se reparen los daños que esto ocasiona.

Pero el problema no se refiere solo a las actividades o servicios públicos, en la rutina de lo cotidiano y doméstico también lo vemos: contratamos a un técnico para una reparación en el hogar y es posible que sin previo aviso falte a la cita; llamamos a un taxi para que nos haga un trasporte y más de una vez nos deja esperando. Y así podría seguir enumerando ejemplos que demuestran que el comportamiento irresponsable se ha convertido en algo normal.

Las causas de este problema son variadas, pero una de las que resalta y se hace visible está en la educación: hace años dejar de hacer una tarea era un verdadero problema para el alumno; hoy la cosa pasa con justificaciones que a veces son incomprensibles o banales. Los malos estudiantes sabían de antemano que no iban a aprobar los exámenes, ahora siempre habrá una oportunidad que remedie la flojera; por lo tanto, estudiar no es tan importante. Sin pretender ahondar el análisis de este punto, simplemente destaco que si no se le enseña a los muchachos a asumir las consecuencias del incumplimiento de los deberes, difícilmente se podrán formar como ciudadanos responsables.

Antes de seguir adelante hay que aclarar que gracias a Dios hay ciudadanos responsables que sirven de ejemplo porque cumplen cabalmente con sus obligaciones, pero no sabría decir si son minoría o mayoría. También hay que destacar que en ocasiones el incumplimiento de los deberes está justificado por razones de fuerza mayor o causa no imputables al obligado; no me refiero a esto: el artículo está dedicado al problema de que se generalice lo que coloquialmente se denomina la costumbre de “echar el carro impunemente”.

Es bueno advertir que hasta las sociedades en su conjunto pueden comportarse de manera irresponsable, cuando la expresión de la voluntad general no es producto de una acción ciudadana prudente y reflexiva: la historia nos enseña que los pueblos en numerosa ocasiones se han comportado de manera inmadura e irresponsable entregando su destino a políticos aventureros que los han llevado al desastre.

Hoy, cuando el tema de la ciudadanía está en el tapete, hay que recalcar puntualmente que es imposible ser buen ciudadano si no hay un comportamiento responsable. Las grandes obras se construyen a partir de los pequeños detalles. Si logramos entender que con cumplimiento de nuestros deberes individuales realizamos un gran aporte para el desarrollo social, la construcción de la Venezuela deseada no será un sueño irrealizable. La solución está en nuestras manos: vamos a tratar de rescatar el valor de la responsabilidad.
Twitter @zaqueoo

1 comentario:

  1. 1) No hay absolutamente ninguna medida punitiva para el que se porta mal, 2) Hay tal tolerancia que hay tolerancia a la tolerancia, tolerancia extrema, 3) Muy pocos parecen darse cuenta de que ser "un buen ciudadano" da satisfacción a quien lo es...

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