miércoles, 25 de abril de 2012

La vulnerabilidad de los ídolos: reflexiones sobre la tragedia del Barsa, el Madrid y el Titánic



Para los fanáticos al fútbol ha pasado algo incomprensible: el Barsa y el Real Madrid han quedado eliminados de la final de la Champion League. Esto puede entenderse en cualquier evento deportivo, pues los resultados no están garantizados de antemano y,  no siempre gana el mejor, pero lo increíble es la forma como estos súper equipos han quedado eliminados. En el momento preciso, fallaron los ídolos,  los que nunca fallan: Messi falló un penalti que resultó decisivo y Cristiano Ronaldo y Kaká, -dos balones de oro- fallaron en la  tanda decisiva de penaltis ante el Bayer. Increíble pero cierto.

En días pasados leí un interesante artículo sobre el hundimiento del Titánic, que le da un matiz diferente  a este mítico acontecimiento.  Según este texto que comento, el barco no se hundió por culpa impericia o negligencia de la tripulación o del capitán; no: se hundió, simple y llanamente, porque en la vida hay cosas imprevisibles e inevitables, así de sencillo. Lo malo es creerse  indestructible o invencible, porque esa condición no existe. La tragedia del  Titánic –según algunas versiones- fue inevitable, más allá de las culpas  que a estas alturas se quiera atribuir, y las derrotas en el futbol también lo son, cuando entran en juego todos eso elementos impredecibles que convierten a la incertidumbre en la sazón del juego.

Hoy, he observado a muchos amigos entristecidos por la derrotas de sus equipos. Pero ¿Qué ha pasado? Nada que normalmente no pueda ocurrir : perdieron, como todos pierden, de manera más o menos seguida en la vida. Pero la derrota más importante no la sufrió el Barcelona, el Real Madrid, Messi o  Cristiano, la sufrió la equivocada idea de que a estas alturas hay ídolos invencibles, que se comportan como Dioses  y nunca pueden fallar. Cuando la verdad  es que, todos en mayor o menor medida son profundamente humanos, contradictorios e impredecibles. Y eso, de una u otra forma, es lo que hace entretenida esta comedia que llamamos vida.   

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