martes, 17 de abril de 2012

La celebración de la división

El pasado 11 y 13 de abril el oficialismo celebró lo que considera un triunfo del pueblo sobre la oligarquía. Para unos, la fecha evoca momentos de alegría: la gesta en que Chávez salió del poder producto de un golpe de Estado y luego regresó triunfante; para otros, un momento de tristeza, porque se perdió un esfuerzo de la sociedad civil para enrumbar al país hacia un destino mejor. Es evidente que desde las posiciones particulares, los hechos tienen diferentes interpretaciones y consecuencias. Pero si hacemos un esfuerzo por evaluar la situación objetivamente, tomando en consideración la realidad en que estamos inmersos, no creo que haya mucho que celebrar.

Estamos metidos en un gran problema porque no se quiere aceptar que la división que se ha producido en la sociedad venezolana como consecuencia de la confrontación política es una terrible tragedia. Y lo más grave es insistir en ella y celebrarla. Me atrevería a hacer una comparación entre lo que pasa en el país, y lo que podría ocurrir en el seno de una familia dividida, cuando uno de sus miembros, en vez de arreglar los problemas que tiene con su hermano, decide hacer una fiesta para celebrar que hace tiempo que no le habla.

La situación que vivimos me hacer recordar aquellas frases de José Ortega y Gasset que decían: una persona que solo se define por ser “anti algo” en definitiva solo es una negación, no es nada; y quien solo se ocupa de construir cercas divisorias para separar su hacienda de la del vecino muchas veces se olvida de cultivar la tierra; hay que dedicarle más tiempo a construir que a dividir. 

Algunos especialistas en estrategia política consideran que, promover la reconciliación nacional es algo ingenuo y ridículo en estos tiempos en que lo más importante es controlar el poder. Pero hay cosas que realmente no tienen explicación coherente: he observado cómo se celebran muchos actos religiosos para pedir por la salud de Chávez; me uno a esa plegaria, por la salud del Presidente y de todas las personas que sufren penosas enfermedades, especialmente, de aquellas que no tienen recursos para enfrentarlas, porque son los que más necesitan a Dios. Es comprensible que en los momentos difíciles la gente se acerque a Cristo; no obstante, recordemos lo que dice el evangelio de Mateo, “si vas a presentar una ofrenda ante el altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja tu ofrenda ante el altar, ve primero a reconciliarte con tu hermano y vuelve a presentar tu ofrenda”.

En un foro realizado hace algunos días, dijo un expositor que si se analizan a fondo las ideas de los sectores que están políticamente enfrentados, se encontrarán más coincidencias que diferencias, por lo tanto es necesario sentarse a conversar. Creo que ese es el camino que en definitiva tendrá que tomar el país, porque la historia nos enseña que las divisiones no han producido nada bueno, y solo han prosperado los países que las han superado. 

Han pasado 10 años. Ojalá que en el futuro, el sentido común se imponga por encima de las pasiones y las apetencias individuales, y esta odiosa división que estamos viviendo desaparezca. Entonces, tendremos verdaderos motivos para celebrar. 

@zaqueoo

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