jueves, 5 de abril de 2012

El Juicio a Jesús de Nazaret


El juicio a Jesús  de Nazaret es uno de los acontecimientos más investigados de la historia universal. De su importante figura se ha ocupado la teología, la filosofía, la política, el arte y en general toda disciplina que estudie lo humano o lo divino. Ahora bien, en el caso específico de quienes estamos relacionados con el derecho, no encontramos claridad en las narraciones evangélicas,  como para hallar las razones jurídicas  de una condena tan tormentosa como la crucifixión.  En este sentido, Alexander Demant, en su libro Los Grandes Procesos de la Historia,  presenta un análisis jurídico, donde concluye que, Jesús fue condenado por comportamiento contumaz ante un gobernador romano, y la crucifixión fue una especie de “desviación de poder” por conveniencia política.

En el libro de Demant, se dice que Jesús incurre en contumacia, que era una falta que cometía el acusado cuando callaba ante las preguntas del Juez. En esos casos, el procedimiento criminal se convertía en disciplinario. Esta tesis, a juicio de los investigadores que la plantean, se refirma por tres razones: 1ª En los evangelios no se menciona en concreto una sentencia de muerte, porque no hubo sentencia en el proceso criminal, sino un proceso disciplinario. 2ª Otro argumento a favor de la condena por contumacia, es la rapidez del proceso: según Marcos Jesús es conducido ante Pilato  hacia la seis y crucificado a la hora tercia: un juicio criminal tenía que haber durado mucho más. 3ª La posibilidad de indultar a Jesús, apelando a la liberación de un preso por las fiestas, solo se podía aplicar a quienes ya  estaban condenados, y no a quienes todavía estaban sometidos a juicio criminal.

Ahora bien, esta contumacia o castigo disciplinario,  podía ser corregida con unos azotes u otra pena menor; ¿por qué la crucifixión? Cuando se aborda este tema, la investigación de Demant, pasa del análisis jurídico al político. “Jesús se enfrenta a la fuerza del Estado y esto no se paga simplemente con unos azotes”. Jesús resultaba incómodo para un sector de la sociedad que era importante para la gobernabilidad de Judea.  Pilato, que  no era torpe y débil, sino un político astuto, así lo entendió. Por eso  cede desde el principio a los sumos sacerdotes, porque no valía la pena enemistarse con ellos por un extranjero Galileo.

En conclusión, para el análisis que citamos, la crucifixión fue una medida política, oculta detrás del juicio y la condena.  Aquí caemos en el meollo de la cuestión: independientemente  de las razones jurídicas, casi siempre, al lado de una gran injusticia, está metida la mano del poder y especialmente del poder político. Los ejemplos se repiten a través de la historia. Soy consciente, de que  la pasión y muerte de Jesús es algo demasiado importante como para reducirla una interpretación jurídica o política, pero también la considero como una constante exhortación que no se puede ignorar. La imagen del Calvario recoge en toda su plenitud, la tragedia de la injusticia humana; no la veamos como un episodio de ayer, sino como una asignatura pendiente del hombre de hoy. En las homilías se repite constantemente una oración que no pierde vigencia: “No seamos cómplices con nuestra colaboración o nuestro silencio, de la condena y sufrimiento de personas inocentes”. @zaqueoo

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