El juicio a Jesús de Nazaret es uno de los acontecimientos más
investigados de la historia universal. De su importante figura se ha ocupado la
teología, la filosofía, la política, el arte y en general toda disciplina que estudie
lo humano o lo divino. Ahora bien, en el caso específico de quienes estamos
relacionados con el derecho, no encontramos claridad en las narraciones
evangélicas, como para hallar las
razones jurídicas de una condena tan
tormentosa como la crucifixión. En este
sentido, Alexander Demant, en su libro Los
Grandes Procesos de la Historia,
presenta un análisis jurídico, donde concluye que, Jesús fue condenado
por comportamiento contumaz ante un gobernador romano, y la crucifixión fue una
especie de “desviación de poder” por conveniencia política.
En el libro de Demant, se dice
que Jesús incurre en contumacia, que era
una falta que cometía el acusado cuando callaba ante las preguntas del Juez. En
esos casos, el procedimiento criminal se convertía en disciplinario. Esta tesis,
a juicio de los investigadores que la plantean, se refirma por tres razones: 1ª
En los evangelios no se menciona en concreto una sentencia de muerte, porque no
hubo sentencia en el proceso criminal, sino un proceso disciplinario. 2ª Otro
argumento a favor de la condena por contumacia, es la rapidez del proceso:
según Marcos Jesús es conducido ante Pilato
hacia la seis y crucificado a la hora tercia: un juicio criminal tenía
que haber durado mucho más. 3ª La posibilidad de indultar a Jesús, apelando a
la liberación de un preso por las fiestas, solo se podía aplicar a quienes
ya estaban condenados, y no a quienes todavía
estaban sometidos a juicio criminal.
Ahora bien, esta contumacia o
castigo disciplinario, podía ser
corregida con unos azotes u otra pena menor; ¿por qué la crucifixión? Cuando se
aborda este tema, la investigación de Demant, pasa del análisis jurídico al
político. “Jesús se enfrenta a la fuerza del Estado y esto no se paga
simplemente con unos azotes”. Jesús resultaba incómodo para un sector de la
sociedad que era importante para la gobernabilidad de Judea. Pilato, que no era torpe y débil, sino un político astuto,
así lo entendió. Por eso cede desde el principio
a los sumos sacerdotes, porque no valía la pena enemistarse con ellos por un
extranjero Galileo.
En conclusión, para el análisis
que citamos, la crucifixión fue una medida política, oculta detrás del juicio y
la condena. Aquí caemos en el meollo de
la cuestión: independientemente de las
razones jurídicas, casi siempre, al lado de una gran injusticia, está metida la
mano del poder y especialmente del poder político. Los ejemplos se repiten a
través de la historia. Soy consciente, de que la pasión y muerte de Jesús es algo demasiado
importante como para reducirla una interpretación jurídica o política, pero también
la considero como una constante exhortación que no se puede ignorar. La imagen
del Calvario recoge en toda su plenitud, la tragedia de la injusticia humana; no
la veamos como un episodio de ayer, sino como una asignatura pendiente del hombre
de hoy. En las homilías se repite constantemente una oración que no pierde
vigencia: “No seamos cómplices con nuestra colaboración o nuestro silencio, de
la condena y sufrimiento de personas inocentes”. @zaqueoo
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