Paradójicamente, en tiempos en que la información se recibe de manera
casi instantánea y la tecnología permite al hombre estar
permanentemente conectado con el mundo, en Venezuela reina la duda ante
lo que puede pasar en el futuro. Parece que la política ha “polarizado
la realidad” porque aunque suene absurdo, en nuestro país hay 2 mundos:
el de los medios de comunicación que respaldan al gobierno y nos dicen
que vivimos en un paraíso y el de los de la oposición que consideran que
estamos en un infierno. Pero independientemente de las visiones que se
quieran trasmitir, la realidad es la realidad y los hechos siempre se
imponen sobre las opiniones. En este orden de ideas, debemos reconocer
que en los últimos días se han producido unos acontecimientos que
demuestran que el país se encamina peligrosamente hacia la
ingobernabilidad y no se puede saber cómo va a ser el porvenir. Me
refiero específicamente a la enfermedad del Presidente, las
manifestaciones que paralizan las ciudades y la situación económica que
viviremos en un futuro inmediato.
Después de toda una campaña electoral que ratifica a Chávez en la
presidencia, el Presidente desaparece por unos días y al reaparecer
informa que debe operarse nuevamente porque sus problemas de salud
continúan; inclusive, asoma la posibilidad de designar un sucesor en
caso de que su salud no le permita estar al frente del gobierno. ¿Qué va
a pasar? No lo sabemos. Ojalá que Hugo Chávez supere la enfermedad que
está padeciendo, porque al margen de la controversia política hay que
tener presente que es un ser humano que sufre y debe recibir la
solidaridad y apoyo de todos sus compatriotas. El problema está en que
se trata del Presidente que debe reasumir funciones en enero, y de
acuerdo a lo dicho en su última alocución ni él sabe con seguridad lo
que va a ocurrir.
Otro hecho que demuestra a las claras la peligrosa ingobernabilidad
en que vivimos, son las huelgas o manifestaciones que se han producido
últimamente en Ciudad Guayana. No se trata de la insatisfacción de
algunos sectores que genera marchas de protesta, huelgas de hambre,
etc.; no, aquí lo que se ha puesto de moda es la “toma parcial de la
ciudad”. Desde hace algún tiempo, cerrar las vías públicas que permiten a
los ciudadanos desplazarse dentro o fuera de la urbe, llegar a su casa,
escuela o trabajo, es una de las formas de protesta preferida. No
quiero descalificar los motivos que llevan a la gente a manifestar
contra las malas gestiones públicas, pero si cualquier hijo de vecino
puede “secuestrar los espacios públicos” en perjuicio de toda una
comunidad, sin que la fuerza pública pueda impedírselo ¡Apaga y vámonos!
Ante este panorama de incertidumbre sobre la salud del Presidente y
la imposibilidad de las autoridades de preservar el orden, surge otro
elemento preocupante: la situación económica del país. Hasta los más
optimistas afirma que vienen momentos duros, y que la realidad de la
crisis se va a apreciar el próximo año, en que el patrimonio del
venezolano se verá seriamente afectado por ajustes que no pueden esperar
más. En conclusión, la cosa no está fácil: no sabemos qué pasará con el
gobierno; no podemos estar seguros de que al salir de casa llegaremos a
nuestro destino y, lo peor, si el dinero nos alcanzará para vivir.
Aunque parezca una canción repetida, debemos insistir que situaciones
como ésta solo se superan con un gran acuerdo nacional, donde todos
colaboren y se sacrifiquen. Ojalá que la razón nos convenza ahora, para
que no sea la gravedad de los acontecimientos la que nos obligue más
adelante a tomar las decisiones que la terquedad política no dejó ver
oportunamente.
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