jueves, 29 de noviembre de 2012

Vigencia del pensamiento de Andrés Bello en el mundo contemporáneo


El 29 de noviembre se celebra el día de Andrés Bello, ilustre humanista, poeta, legislador y educador, nacido en Caracas en 1758. Para la Universidad Católica Andrés Bello es un día especial que celebra cada escuela con actividades relacionadas a su disciplina académica: Derecho se dedica al perfil legislador, Educación a su trabajo docente y así sucesivamente, cada escuela anualmente conmemora la fecha destacando diferentes facetas del personaje, porque la obra de Andrés Bello es tan amplia que abarca prácticamente todas las áreas de conocimiento humano.

A pesar de la importancia de este personaje, su vida no es muy conocida porque, aunque colaboró con la causa de la independencia no fue un guerrero, sino un hombre de letras y eso no llama tanto la atención. Quienes estén interesados en conocer un poco más sobre este ilustre venezolano, están cordialmente invitados al homenaje preparado por la Escuela de Educación de UCAB-Guayana mañana a las 6:00 de la tarde en el salón de usos múltiples y este viernes a las 4:00 pm en la biblioteca central de la misma casa de estudios.

Pero cada vez que nos referimos a célebres personajes de la historia, nos encontramos con preguntas como esta ¿Qué le puede decir alguien que nació en 1758 al hombre globalizado de este tiempo? La respuesta a esto la podemos encontrar en el último libro de Fernando Savater Ética de Urgencia donde dice: “Aunque lo accesorio cambie mucho las cosas básicas de la vida, los sentimientos elementales, las ambiciones, los miedos, se mantienen inalterables. Cuando ves que cambian muchas cosas accidentales aprendes a distinguir las que son esenciales y así permanecen: el respeto, la cortesía, la idea de que los seres humanos nos podemos alegrar la vida los unos a los otros”. Como ejemplo de lo anterior, el filósofo señala que, “si ahora entrase por la puerta un contemporáneo de Arquíloco o de Safo, el mundo en que vivimos le parecería algo irreal al ver todos nuestros adelantos tecnológicos, y tendríamos que explicarle de qué se trata todo esto. Pero si nos diera por conversar sobre la idea de los celos, el amor, la ambición o del miedo a la muerte, no habría que ponerle en antecedentes”.

Si alguien quiere encontrar buenas razones para hablarle de Andrés Bello al venezolano de este tiempo, les invito a leer los ensayos de Michaelle Ascensio, Oscar Misle y Angel Oropeza, en el libro de Ibéyise Pacheco El grito ignorado. Allí nuestra sociedad no sale muy bien parada: nos estamos acostumbrando tanto al horror, que vemos con indiferencia los acontecimientos más abominables, produciéndose un deterioro social que no sabemos adónde va a parar.

Por eso hay que hablar de Andrés Bello. En medio de este panorama y ante una sociedad éticamente desorientada, hay que celebrar su día reflexionando sobre su profundo humanismo. Del mismo modo que la Ética Nicomaquea de Aristóteles no pierde vigencia -como dice Savater-, y es estudiada desde hace más de veinte siglos por la importancia que tiene para la vida humana, hay que rescatar del archivo de la historia el pensamiento imperecedero de este venezolano que, siempre tendrá vigencia, como la tienen todas las ideas que aportan soluciones a los grandes problemas del hombre.

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