martes, 7 de diciembre de 2010

El corazón de las tinieblas

Este viernes se celebra el Día internacional de los Derechos Humanos: los horrores de la segunda guerra  mundial obligaron a la Asamblea General de las Naciones Unidas a promulgar un instrumento que recoge los principios básicos de la dignidad humana. Esta declaración, puede considerarse como el resultado de  un proceso histórico que, comenzó en el año 301 antes de Cristo, cuando la filosofía estoica destaca el valor de la dignidad del hombre, idea que desarrolla posteriormente el cristianismo; más tarde se convierte en el núcleo del derecho natural del siglo XIII que termina con la declaración francesa de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789,  y que alcanza su momento estelar el 10 de diciembre de 1948 en el acto que todos los años celebramos.  Pero esta importante fecha, no es celebrada de la misma manera: unos la ven como el día “dignificación del hombre”, otros la considera un momento de frustración,  porque mientras la naturaleza humana siga produciendo tanta maldad, es una paradoja hablar de Derechos Humanos.
 En  1902,  Joseph Conrad   escribe su polémica novela El Corazón de las Tinieblas. En ella narra la travesía de Charlie Marlow por el rio Congo en busca del señor Kurtz, jefe de una explotación de marfil. Marlow es testigo de las brutalidades que cometen los colonos contra los nativos africanos, y como el señor Kurtz, persona culta y civilizada se vuelve loco y comete  actos de barbarie increíbles: “El viaje de Marlow se trasforma en un descenso a los infiernos”.   Personalmente, considero que esta obra es una gran metáfora sobre la maldad humana: el viaje por el rio no es otra cosa que una  travesía hacia las profundidades del corazón humano,  donde habitan unos monstruos, que cuando salen al exterior producen las atrocidades más asombrosas. En 1979  Francis Ford Coppola hace una adaptación de la novela de Conrad en  su película Apocalypse Now, uno de los trabajos fílmicos que mejor describe el poder destructor de la  perversidad  humana. Ambientada en la guerra de Vietnam, la trama se refiere al viaje del capitán Willard, para matar al coronel Kurtz.  Siempre recuerdo unas palabras de este último personaje: “Soñé que un caracol se desplazaba sobre el filo de una navaja y a medida que avanzaba, el metal se iba hundiendo en su cuerpo”.  Así deliraba Kurtz, un oficial brillante que se trasforma en un monstruo, al contemplar cara a cara  la cruel realidad de la guerra; antes de morir, sus últimas palabras fueron: ¡El Horror! ¡El Horror!
Hoy, cuando nos preparamos para celebrar otra vez el Día Internacional de los Derechos Humanos, las páginas de los diarios  nos revelan que: la vida cada vez vale menos; la guerra y la confrontación son la regla y la paz la excepción; ni siquiera el interior de la familia se libra de la crueldad y la violencia;  la dignidad humana no es un valor y  el humanismo  -muchas veces-más que una conquista, es una “pose o etiqueta” que produce rentabilidad política.  Vuelvo a citar a José Antonio Marina “Hay que tomarse en serio a Shakespeare: La vida es un cuento absurdo, contado por un idiota sin gracia y lleno de furia. El hombre es una animal desdichado, porque sabe que es un animal y aspira a dejar de serlo” Lamentablemente, mientras celebramos el día de los derechos humanos, un nuevo tipo de hombre surge orgulloso y dominador despreciando los valores del humanismo, con un único objetivo en la vida: disfrutar de los placeres materiales a cualquier precio; un ser que parece venir del corazón de las tinieblas. jblanco@ucab.edu.ve

No hay comentarios:

Publicar un comentario