El pasado fin de semana viajé al estado Falcón para cumplir
compromisos académicos, en medio de las incomodidades que produce
desplazarse por el país, sobre todo, cuando estamos en una agitada y
acelerada campaña electoral. El sábado por la mañana, cuando estaba
desayunando en un céntrico hotel de la ciudad de Coro, observé por la
ventana del restaurante cómo pasaba la gente con franelas y gorras del
candidato Henrique Capriles, que tenía previsto en su programa visitar
la ciudad en horas del medio día. Un comensal que estaba en una mesa
cercana dijo en voz alta “esta oposición es dura: no gana una y siempre
está ahí”. Eso es verdad, la oposición venezolana carga con un rosario
de derrotas electorales y esperanzas frustradas, y sin embargo está ahí,
otra vez en la pelea.
Del mismo modo que el chavismo como fenómeno político debe ser
estudiado, la perseverancia de la oposición venezolana, que a pesar de
las derrotas no disminuye sino que aumenta tiene que ser analizada. Un
amigo militante de la oposición, cada vez que escuchaba el anuncio de un
resultado electoral adverso decía: “Más nunca me verán por aquí
haciendo una cola”. Y en las próximas elecciones siempre estaba entre
los primeros de la fila. Y así, hay muchos ejemplos de esta “dura”
oposición.
Hay una máxima, muy explotada en este tiempo que dice: los que tienen
madera de luchadores pueden ser vencidos circunstancialmente, pero no
derrotados definitivamente. Hay ocasiones en que la actitud del que
pierde lo convierte en ganador. Una metáfora de esto es la película Rocky I,
que narra cómo un boxeador mediocre reta al campeón mundial, que es muy
superior a él. En el combate, el retador es derribado repetidamente
pero siempre se levanta y el campeón no logra noquearlo. Al final, la
sensación es que el vencido es vencedor, porque “los que caen y se
levantan son más grandes que los que nunca se han caído”.
Hay una explicación muy lógica a esta actitud de la oposición: el
ejercicio del poder siempre genera rechazo; no hay comunidad humana que
siga ciegamente las órdenes una persona o un grupo sin decir nada;
siempre habrá disidentes que no estén de acuerdo con la forma cómo se
hacen las cosas. Inclusive, hay opositores naturales: en una
oportunidad, al comandante Marcos le ofrecieron un cargo público y lo
rechazó alegando que él no podía estar del lado del poder. Así es la
oposición, tan natural y tan fuerte como el calor que en estos días
agobia a los guayaneses.
Este domingo son las elecciones. Por disposición legal no se puede
hablar de encuestas o tendencias. Lo que se puede afirmar con toda
seguridad es que, quien a estas alturas no esté seguro de que tienen que
votar ya está derrotado.
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