martes, 23 de abril de 2013

Rumbo político



Venezuela es un país donde el rumbo político es difícil de predecir y eso lo demuestran los resultados electorales del pasado domingo. En apariencia, el oficialismo obtuvo una victoria más, pero la realidad es que sufrió la derrota política más grave de su historia.

El chavismo enfrentaba una prueba difícil: ir a elecciones sin su líder Hugo Chávez; es decir, era la primera prueba del chavismo sin Chávez. ¿Qué pasó? la respuesta se puede obtener comparando los resultados del 7 de octubre del año pasado con los del domingo: para un mismo período presidencial, Chávez gana de manera indiscutible y, al no poder asumir, su heredero va a nuevas elecciones contando con los mismos recursos y gana, pero de manera angustiosa en un discutido final de fotografía.

Diosdado Cabello, líder del PSUV, al conocer los resultados dijo que tenían que hacer una autocrítica. Eso es evidente, lo importante es saber hacia dónde la van a orientar y cómo leen el mensaje que les envió un número importante de personas que antes votaron por ellos. A pocas horas del evento electoral es muy temprano para los análisis conclusivos, pero al hablar con la gente en la calle, o con los votantes el día de la elección, se puede apreciar que, a la mayoría no le interesa la discusión sobre la izquierda o la derecha, el socialismo o el capitalismo, lo que quieren es que le ofrezcan garantías de una vida mejor, y en eso exigen hechos y resultados, no palabras.

Uno de los problemas más graves de Maduro en su campaña era que, ante las dificultades, no ofrecía alternativas de cambio y si hay algo que quiere la gente es que las cosas cambien, y que cambien para mejorar. Hace varios años, un taxista que se declaraba abiertamente chavista me decía que él antes era adeco, pero que aquel proyecto se agotó, y se incorporó al chavismo porque ofrecía algo diferente. Hoy los tiempos políticos son más rápidos, no es necesario que pasen 40 años para comprender lo que la gente quiere y exige. Ojalá que los políticos de hoy, y sobre todo los que están en el poder se den cuenta de esto y aprendan la lección del domingo.

Como decía antes, este lunes, cuando escribo este artículo, es muy temprano y hay cansancio para analizar en detalle el evento de ayer. Pero lo indiscutible es que el 14 de abril se hizo evidente lo que hemos venido repitiendo en varias oportunidades: por encima de las diferencias, que siempre existirán, el país tiene que reconciliarse, porque más allá de las victorias o las derrotas electorales, solo la unidad nacional es garantía de progreso y superación de las dificultades. Ese debe ser el norte en el nuevo rumbo político del país.

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