martes, 23 de noviembre de 2010

La socialización del hombre

A mediados del siglo pasado, el filosofo español José Ortega y Gasset, advierte sobre el peligro, de que la tendencia a socializar  la vida del hombre,  acabe con la existencia privada. No se trata solo de un asunto político, es más bien un problema antropológico,  que amenaza una forma de vivir: lo público penetra de tal manera en lo privado que no deja al hombre esta solo consigo mismo; el ruido de la vida entra hasta en los rincones más íntimos y poco a poco los espacios privados se van perdiendo,  el individuo va desapareciendo arrastrado por la masificación.
Una de las cosas que más preocupa al citado autor, es que la vida familiar queda reducida ante el crecimiento de la sociedad civil.  Si analizamos estas ideas a la luz del panorama actual, debemos concluir que Ortega no estaba equivocado. La globalización y la exagerada tendencia hacia el colectivismo, ha dejado a la familia prácticamente arrinconada. Las costumbres tradicionales de “compartir en familia” casi han desaparecido; hasta las  reuniones familiares  de cumpleaños o fechas navideñas son sustituidas por festejos en lugares públicos y una de las cosas más importantes de la vida privada, la conversación, es sustituida por el e-mail o el mensaje de texto.
Es indiscutible que el hombre moderno tiende a desindividualizarse. El progreso y las nuevas formas de vivir lo llevan a sentirse masa. La necesidad de vivir en común y ser parte del cuerpo social se distorsiona y pone en peligro una dimensión  indispensable de la vida humana como es lo privado: “El gran crimen de Sócrates fue su pretensión de poseer un demonio particular, privado: es decir, una pretensión individual”
Hago estas reflexiones, porque en el proyecto de ley de las comunas, aparecen una serie de disposiciones que pueden confundir al ciudadano desprevenido, ya que presentan la dimensión individual del hombre como algo malo, confundiéndola con el egoísmo: una cosa es que solo piense en mí, sin preocuparme por los demás  y otra muy diferente es que no pueda disponer de mis espacios privados, porque en algunos momentos todos necesitamos estar solos con nosotros mismo.  Por eso he criticado esa satanización de lo individual.
Dice Ortega: “La socialización del hombre es una faena pavorosa. Porque no se contenta con exigirme que lo mío sea para los demás –propósito excelente que no me causa enojo alguno- sino que me obliga a que lo de los demás sea mío. Por ejemplo: a que yo adopte las ideas y gustos de los demás. Prohibido todo aparte, toda propiedad privada incluso esa de tener convicciones para uso exclusivo de cada uno… La divinidad abstracta de “lo colectivo” vuelve a ejercer su tiranía  y está causando estragos en toda Europa”
Creo que a buen entendedor pocas palabras bastan: no estoy en contra de lo comunal ni de los valores sociales que sustenta la vida humana; lo que critico es ese odio irracional hacia el individualismo y el liberalismo, que no permite  ver,  que además de la dimensión política que puedan tener, constituyen algo fundamental para el hombre, como es el derecho que tiene cada ser humano a ser protagonista y dueño de su destino. Jblanco@ucab.edu.ve

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