miércoles, 10 de noviembre de 2010

Los constructores de la paz en Ciudad Guayana

hace unos días, la Iglesia Católica de Ciudad Guayana celebró uno de los actos más importantes de los últimos tiempos: la vigilia por la paz. En momentos que la violencia invade todos los aspectos de la vida del hombre,  y el asesinato, su manifestación más extrema, cobra diariamente muchas vidas humanas, es necesario que la sociedad reaccione,  promoviendo acciones para la construcción de una verdadera cultura de paz.  Este diario reseña el evento con una frase de nuestro obispo Mariano Parra Sandoval: faltan constructores de paz en Guayana. El titular remueve  una vieja e inacabada discusión, que se produce por el desinterés del ciudadano guayanés, en la construcción de canales convivencia pacífica, tanto en lo referente a las delicadas situaciones de inseguridad personal, como en la solución de los pequeños problema cotidianos.

Un amigo  barquisimetano, profesor de sociología, al analizar el carácter conciliador del ciudadano venezolano,  afirma que, si hay una ciudad en Venezuela donde es casi imposible llegar un arreglo, esa es Ciudad Guayana,  porque está habitada por el ser más problemático y violento del país. Para demostrar su afirmación, hace una  comparación entre los barquisimetanos y los Guayaneses: dice que, la gente de Lara que tiene un gran arraigo y desciende principalmente de campesinos y comerciantes: el campesino es humilde, y el comerciante cree que la negociación es la mejor manera de resolver los problemas de la vida. Con el guayanés ocurre lo contrario: los fundadores de esta ciudad eran personas  de paso, que solo venían a trabajar para después regresar a su  lugar de origen,  y por lo tanto para ellos no existía la necesidad de relacionarse bien con su vecino;  Por otro lado,  en Guayana se destaca el perfil del profesional o técnico, que no es necesariamente humilde, sino más bien, riguroso y autosuficiente; actitudes que pueden  ser valiosas para el desarrollo, pero que  mal entendidas o exageradas pueden ser perjudiciales para la convivencia social. Yo no tengo pruebas que demuestren la exactitud de esta tesis, pero en mi experiencia judicial, muchas conciliaciones, fracasaron al chocar con personalidades problemáticas, para quienes la paz y la tranquilidad no es una valor;  más bien, pareciera que lo único que alimenta sus vidas es el conflicto permanente.

Creo que la afirmación de que, somos los más problemáticos y violentos del país es una exageración. Pero  ante la crítica, la actitud sabia no es ponerse a la defensiva, sino analizar la raíz de los problemas. Este artículo comienza destacando  la cita de nuestro Obispo: En Guayana no hay constructores de paz. Ahora bien, construir la paz es una tarea difícil, porque es un problema cultural. Hay que comenzar por sembrar en el ciudadano los valores de la paz: mientras desde el más alto nivel de gobierno se utilizan imágenes y lenguajes belicistas, considerando que hasta los actos de convivencia más elementales son  batallas y mientras a nivel individual, se trasmite la idea de que la vida es una especie de negocio, que solo se mueve ante la pérdida o la ganancia económica individual, es muy difícil sembrar la cultura de la paz, que requiere una honda trasformación social.  Porque al igual que los grandes ideales, la paz solo existe entre quienes creen en ella, la desean, la buscan y la defiende. Jblanco@ucab.edu.ve

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